Una temporada más, los cines de verano abren sus puertas para acoger al espectador deseoso de una experiencia inusual en otros territorios, aunque nuestra ciudad cuente ya con esta asentada tradición después de tantos años de actividad, mediante ese juego de luces y sombras proyectadas en pantalla gigante a la luz de la luna. Y se agradece la supervivencia, mejora y conservación de estas instalaciones culturales, cuyos equipos técnicos ya cuentan con la correspondiente adaptación a las nuevas tecnologías de proyección, ofreciendo así sonido e imagen de alta calidad.

Es decir, aquí se une el auténtico sabor de la tradición, gracias a un marco incomparable, con lo más avanzado, gracias al digital, para disfrute de un público que suele acudir en busca del oasis donde olvidar las altas temperaturas que castigan día tras día. Títulos seleccionados entre lo mejor de la temporada, donde lo más comercial convive con otro cine quizás más minoritario (recordemos el estreno de Gloria Bell de Sebastián Lelio), ofrecen una nueva oportunidad para su revisión (cuando es el caso de reestrenos) o la recuperación para aquellos que cuando fueron estrenados no tuvieron ocasión de visionarios. Igualmente, seguro que habrá espacio en la programación para alguna que otra sorpresa con la que podrán disfrutar los más exigentes.

No obstante, la oportunidad de visitar estos locales al aire libre, con vegetación y cuidada flora, hacen más agradable una velada frente al espejo que siempre es la gran pantalla, que para muchos es el despertar de un nostálgico sabor a otros tiempos, los de la felicidad. Coliseo San Andrés, Delicias, Olimpia y Fuenseca poseen la virtud de estar enclavados en lugares estratégicos, convirtiendo al espectador latente en paseante del casco histórico por los barrios más castizos. Y esto se lo debemos al alma máter de este proyecto, Martín Cañuelo, y su empresa Esplendor Cinemas, que ha conseguido llevar esta aventura a buen puerto.