Programa desacostumbradamente diverso y una solista con un currículo apabullante hacían especialmente atractivo el décimo concierto de abono de la Orquesta de Córdoba: Copland, artífice de la música del siglo XX norteamericano, y Beethoven del XIX centroeuropeo (y de todo lo que vendrá después, ya sea por similitud u oposición) nos ofrecieron músicas bien distintas entre sí, pero que tienen en común una fuerte tendencia a los contrastes y una vitalidad que es difícil no compartir desde el patio de butacas.

Breves, intensos y frescos, los Tres bocetos Latinoamericanos abrieron con sangre caliente el concierto; la orquesta sonó con brillantez e intensidad -especialmente en Estribillo y Danza de Jalisco- bajo una dirección en la que se supo tornar la dificultad en la interpretación -al igual que en la siguiente pieza de Copland-de sus síncopas, de sus continuos cambios de compás y sus tensiones tonales en un despliegue de energía a punto de desbordarse.

Tras la entrada de la solista, comenzó el Concierto para clarinete de Copland con el bellísimo Slowly and Expressively (Despacio y Expresivamente) en el que Laura Ruiz infundió hondura con un fraseo delicado e intimista, en el que la languidez con la que el autor describe este movimiento se tiñó de calma, honestidad y claridad sin atisbo de exhibición técnica: esa quedó para la cadencia y el segundo movimiento Rather Fast (Bastante Rápido), un enloquecido y extenuante torbellino entrecortado en el que Ruiz nos arrastró a un mundo jazzístico y vitalista impregnado de musicalidad.

La ovación continua con que el público mostró su entusiasmo llevó a la solista a interpretar dos bises: la tercera de las Tres piezas para clarinete solo y el Homenaje a Manuel de Falla de Béla Kovács, dos piezas virtuosistas con las que se despidió de un público entregado.

Tras el descanso, la formación musical cordobesa comenzó la cuarta de Ludwig van Beethoven con lo mejor de lo que quedaba de concierto: la introducción del primer movimiento se desplegó solemne para contrastar súbitamente con el Allegro vivace que le sigue.