El carcabulense Miguel Marín es el creador y director de Flamenco Festival, un evento que ha llevado el arte de nuestra tierra a multitud de rincones de todo el mundo y que el próximo año celebrará su 20º aniversario en el lugar donde fue creado, Nueva York. En ese momento, Marín viajó a la ciudad estadounidense para empezar su andadura internacional y formarse en gestión cultural, un campo que no existía en España en aquella época.

-¿Cómo llega un cordobés hasta Londres para dirigir un festival? ¿Cómo ha sido este camino?

-Yo empecé, realmente, en Nueva York. Estaba trabajando en Zuheros, en un programa de desarrollo rural tras acabar la carrera de económicas y me fui con una beca a Nueva York a estudiar. Hice un máster en Administración de artes escénicas y allí fue donde descubrí todo lo que era el mundo profesional de la cultura. En aquella época no había en España ese tipo de especialización. Allí descubrí la gestión cultural y empecé mi andadura profesional en Nueva York. Allí viví 8 años y empecé a crear y traer espectáculos de flamenco. Así fue como creé el primer festival, en el 2001, que fue el Flamenco Festival de Nueva York, y empecé a llevar compañías de flamenco a la ciudad. En aquella época había muy poca presencia de artistas flamencos en Nueva York. Esto ha cambiado a partir de la creación del festival. En 2004 saltamos a Londres, donde se hizo la primera edición del festival. Después a París, a Japón, a China, a Australia… y actualmente trabajamos en todo el mundo.

-Como han publicado, esta ha sido la edición más brillante y de mayor envergadura del festival de Londres, ¿ha ido creciendo cada año o ha sido este año cuando se ha incrementado notablemente?

-Realmente ha sido este año. Anteriormente hemos tenido una programación más o menos estable y ha sido este año cuando más se ha diversificado, por una intención de ampliar la vertiente más musical del flamenco y por la intención de incluir espacios que lleguen a públicos distintos. En Londres, la sede principal del festival es el Sadler’s Wells, uno de los teatros más importantes del mundo, sobre todo, en la danza. Queríamos llegar a un público distinto, más de sala de conciertos, por eso la incorporación de la sala del Rich Mix y del Teatro Cervantes. Esto es lo que ha hecho que podamos presentar otras propuestas que hasta ahora no podíamos porque no teníamos el espacio para poder hacerlo.

-Digamos que en esta edición el festival se ha renovado.

-Sí, después de 16 años hay que seguir reinventándose y llegando a otro tipo de espacio y de público. Si bien, el festival tiene un público bastante asentado, pero siempre tenemos que estar buscando nuevos retos, porque Londres es una ciudad complicada, en el sentido de que es una de las capitales culturales del mundo. Esto quiere decir que, al día, hay muchísimos espectáculos, con lo cual la competencia por el público es muy alta.

-¿Cuál suele ser el perfil del público que acude al festival?

-Varía en función de las salas. Sí puedo decir que hay un público mayoritariamente británico, aunque también hay españoles, pero yo diría que un 70 por ciento es público británico. En el caso del Sadler’s Wells viene un público que es amante de la danza. Lo bueno que tiene este teatro es que ya tiene un público consolidado y cultivado en la danza, porque aquí es donde se presentan las compañías de danza más grandes del mundo. En las salas que se han incorporado este año, hay un público mucho más joven. Es muy interesante porque es un público multicultural y de distintos orígenes que refleja también lo que es Londres a nivel de multiculturalidad y los orígenes diversos de la población. Es un público mucho más joven que va buscando estas propuestas. El espectáculo que se hizo en el Rich Mix era un concierto que se llamaba Mujeres al borde y era eso, llegar a otro tipo de propuestas.

-¿Qué es lo que más le agrada del flamenco?

--Del flamenco, lo que más me gusta es la capacidad que tiene de emocionarte y de llevarte a lo más profundo y a la vez a lo más alto. La sensación de sentarte en el patio de butacas y ver cómo personas que no conocen los códigos, no hablan el idioma, no entiende lo que se está diciendo, se emociona igual que el que sí lo hace, es maravillosa. Es un orgullo poder constatar esa capacidad del flamenco y un orgullo también compartir el arte de tu tierra, Andalucía, con el resto del mundo, un arte que no tiene límites a la hora de conectar con el público.