Obra: ‘Rojo’.

Autor: John Logan.

Traducción: José Luis Collado.

Intérpretes: Juan Echanove y Ricardo Gómez.

Dirección: Juan Echanove.

Lugar: Gran Teatro de Córdoba.

Fecha: 19/01/2019.

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Lleno total en el Gran Teatro para asistir a la representación de Rojo, protagonizada por Juan Echanove y Ricardo Gómez. El texto de John Logan, traducido por José Luis Collado, es de una sutil belleza, no en vano se hizo acreedor, entre otros, del Tony a la mejor obra, el premio considerado más importante del teatro en Estados Unidos.

El personaje principal es el pintor Mark Rothko, gran artista representante del Expresionismo Abstracto, al que la trama sitúa en el año 1958 cuando se dispone a trabajar en un encargo muy bien pagado: pintar una serie de cuadros para The Four Seasons, el famoso restaurante del Seagrams neoyorquino. Para que le ayude contrata a Ken, un joven aspirante a pintor. A partir de esta excusa argumental y de la primera pregunta de Rothko a Ken: «¿Qué ves?», ante un imaginario cuadro que está estudiando antes de ponerse a pintar, se inicia una relación con múltiples facetas.

Rothko está en el punto álgido de su carrera, mientras su joven ayudante inicia los primeros pasos para aprender el oficio plagados de miedo ante la arrolladora personalidad del maestro. Una puesta en escena que transmite emoción a raudales con un joven Ricardo Gómez que va transformando a su personaje desde un comienzo timorato hasta la explosión final en que trata de tú a tú al maestro. Echanove utiliza todos los registros, muchos y buenos a su alcance, para guiar a su discípulo mostrando todas las contradicciones que transmite al ayudante; confusión frente a reflexión, arrebato violento frente a ternura y afecto. Diálogos potentes que son significativos tanto por lo que dice como por lo que calla, silencios importantes que subrayan, más si cabe, toda la pasión que flota sobre el escenario. Rothko vive con todas sus sombras interiores, es creador como pintor y desdichado como persona, se enfrenta a todo lo que supone la frivolidad de la sociedad y lo transmite a través de sus arranques de ira.

Todo ello dentro de un espacio escénico presidido por un gran caballete sobre el que se muestran los distintos trabajos del artista para terminar con un ligero esbozo de la pintura por la que será reconocido. Un pobre sillón de madera sirve a Rothko para contemplar la tela impregnada de color rojo, mientras se apoya en sus dos vicios: el tabaco y el alcohol, para ir por los complejos caminos que conducen a esta síntesis dramática con un alto contenido de mensaje filosófico lleno de ritmo y armonía, al que Ken ya adelanta el título: Rojo. Un camino que también llevará a Rothko hasta la muerte, a la que no quiso esperar.