Desde el pasado jueves, el Circo Alegría presenta en Córdoba un innovador espectáculo que sumerge al espectador en el mundo marino con solo entrar en la carpa. Según señala su directora artística, Dicky Faggioni, Circo sobre agua convierte una piscina de 24.000 litros en una pista circense sobre la que cuarenta artistas, algunos llegados del Circo del Sol, cuentan una historia a través de acrobacias, números aéreos, trapecios y, por supuesto, payasos. Toda una aventura que arrastra a más de cien personas y cuya gran complejidad radica, sobre todo, en la itinerancia. Los cordobeses podrán disfrutar de este innovador circo, instalado junto al centro comercial La Sierra, hasta el próximo domingo.

-Una pista de circo convertida en una piscina, o viceversa. ¿De dónde surgió la idea?

-Este es un proyecto que tardamos en preparar más de un año antes de su estreno, y fue una idea que fuimos concibiendo entre todo el equipo.

-No parece una apuesta fácil.

-La verdad es que no, porque este tipo de espectáculos con tanta infraestructura se suelen hacer en teatros que están preparados para ello. Se crea un espacio para que esté montado todo el año. Nosotros lo que hemos conseguido es hacerlo itinerante, lo que implica más dificultad.

-Tampoco debe ser fácil para los artistas trabajar con el agua. ¿Se corren aún más riesgos?

-Sí, a nivel artístico y acrobático es mucho más complicado trabajar estando mojado o húmedo. Hemos tenido que hacer un casting para encontrar a las personas que se podían adaptar a este tipo de espectáculo. No es un artista normal, igual que no es un circo normal. Es más arriesgado, especialmente para los acróbatas aéreos, que se sujetan con las manos y cogen alturas importantes, por lo que el riesgo de resbalarse hace la actuación más compleja.

-A diferencia de otro tipo de circo, este cuenta una historia con moraleja. ¿Qué se van a encontrar los espectadores?

-Ante todo, nuestra piscina, que contiene 24.000 litros de agua y se convierte en una pista de circo. Ahí van a actuar los 40 artistas que componen nuestra compañía. El espectáculo tiene un hilo conductor, la historia de un naufragio en el siglo XVIII, cuando un barco pirata se hunde y llega a una isla poblada de todo tipo de animales marinos, a los que dan vida los artistas. Los náufragos, que son el Trío Alegría, van interactuando con el público y son los que dan el toque cómico al show. Al final, la moraleja es el valor de la amistad y la complicidad entre los seres humanos y los animales, además de ser un homenaje al agua, que siempre es la misma y vamos transportando de ciudad en ciudad. Y los niños se van con el mensaje de que el agua es importante y hay que respetarla. No solo van a ver un espectáculo, se van con mensajes.

-¿Este matiz medioambiental también forma parte de su apuesta por la innovación?

-Siempre. Hemos llevado el espectáculo sobre hielo durante cuatro años y también era hielo ecológico, no consumía energía. Procuramos poner nuestro pequeño granito de arena. Por otro lado, hemos creado un espectáculo de alto nivel, con artistas que han participado en el Circo del Sol, a un precio increíble. La gente no se lo puede perder, es un espectáculo muy familiar.

-¿Necesitarán chubasquero los espectadores?

-No. Los que se mojan son los artistas, aunque a los que están en las primeras filas alguna gota les cae. Pero si se salpica, a los ñiños les encanta.

-La música también es importante. ¿Se escucha en directo?

-Sí. Hay varios cantantes que van interactuando entre los números y el sonido, igual que el vestuario, es espectacular.

-¿De qué disfruta más la gente? ¿De qué se sorprenden más?

-Hay muchos comentarios. Algunos valoran especialmente los números de alto riesgo y otros, simplemente, la escenografía. También se aprecia mucho a los payasos, que están divirtiendo durante todo el espectáculo, y muchos alaban el vestuario.

-¿Cómo y dónde nace el Circo Alegría?

-El Circo Alegría viene del circo tradicional, somos cinco generaciones ya, pero a partir del 2009 comenzamos a innovar y a crear una serie de espectáculos más modernos. De alguna forma, reinventamos el circo sin perder su esencia.

-¿Hasta dónde puede innovarse en artes circenses?

-Como en todo, el circo puede seguir evolucionando y en estos últimos años lo ha hecho mucho. Nosotros fuimos hasta Las Vegas para conocer muy de cerca el espectáculo más grande que hay de agua. Lo más difícil ha sido la itinerancia.

-¿Cuánta gente trabaja y cuántos idiomas se hablan?

-Lo que la gente ve son unas cuarenta, pero somos más del doble. Montadores, chóferes, técnicos, peluqueros… Llevamos hasta un taller de costura porque cada artista tiene unos ocho cambios de vestuario y con el agua tienen que cambiar continuamente. Llegan a tener cuatro cambios del mismo traje. Y en cuanto a los idiomas, muchos.

-Con tantas personas, la organización debe ser vital.

-Esto es como un pequeño pueblo, cada uno tiene su casa, y los que no tienen sus propias viviendas se alojan en la residencia. Y también tenemos un aula escolar, con un profesor que nos cede el Ministerio de Educación, donde los niños acuden todas las mañanas.