«La música siempre estuvo ahí, desde muy niño me pasaba el día inventando y tarareando melodías en el patio». Así recuerda el inició de su pasión por la música Jesús Valenzuela (Jaén, 1979), que llegó a Córdoba al poco de nacer. Desde el colegio hasta su último logro, un galardón de Synthetic Generation, han pasado varias décadas. Influenciado por el new age y bajo el nombre de Tsode ha publicado tres discos: Yggdrasil, Brainstorming y The Quiet Music, The Sonorous Loneliness. Actualmente, trabaja en el cuarto, combinando la música con su vida familiar y con un trabajo que le permite vivir.

-Hace poco recibió el premio de ‘Synthetic Generation’, ¿qué supone para usted?

-Para mi se trata de un empujón, sobre todo, a nivel nacional. Fuera se me conoce más. En Estados Unidos y México es donde más se me escucha. En tercer lugar está España. Es el primer premio que recibo, aunque llevo dos años consecutivos pasando a las semifinales de los Premios de la Música Independiente. En este caso, como eran específicos de electrónica, es diferente. Me ayuda a darme a conocer.

-¿En qué consiste el premio?

-Es uno de los cuatro galardones que Amuza Producciones ha otorgado. En mi caso, fue por el tema Crossing Stars. Es verdad que la música electrónica en España es, digamos, muy electrónica. Yo hago new age, un subgénero que tiene muchos menos seguidores. Por eso, considero que tiene mucho mérito colarme con una composición mía en ese certamen. Ha sido una sorpresa.

-¿Qué es el ‘new age’?

-El new age no nace ahora. En los años 90 tuvo más auge. En esa época, gente como Vangelis, Enigma o Mike Oldfield se enmarcaban dentro de este subgénero, pero era distinto al que ahora hay en todo el mundo. La mayoría de la producción actual suena como a música relajante. Yo quería separarme un poco de eso y lo que he conseguido con el tiempo es, con las influencias de los grandes, tener un sonido propio, muy característico, pero mezclado con música que va desde la electrónica hasta sonidos ambientales. Quien me sigue, normalmente, cuando escucha una canción mía, sabe que lo es. Es un logro del que estoy bastante orgulloso.

-¿Cómo definirías en una frase este estilo?

-El new age es música para los sentidos, para el alma, música para mover sentimientos. La electrónica se suele asociar a discotecas... Por eso, es difícil conmover a alguien. Eso es lo que intento.

-¿Qué situación vive este subgénero de la música electrónica?

-Algunos artistas pueden vivir de ello. Enya es una de las precursoras. Pero en España poca gente puede dedicarse en exclusiva a esta música. El mercado nacional está muy enfocado en otro tipo, más comercial, aunque en el norte del país suena mucho más. La mayoría de mis seguidores, a nivel nacional, son de allí.

-¿Cómo empezó esta pasión?

-Si nos retrotraemos a la época más antigua, nació en el mismo patio del colegio. Cuando a lo mejor me encontraba en el patio, iba inventando y tarareando melodías. Pero hasta que no accedí a la tecnología que me permitió plasmar lo que tenía en la cabeza, no pude hacer nada. Empecé a componer canciones a los 19 años. Lo que pasa es que hasta 2016 no me propuse publicar un disco. Fue un reto personal, sin ninguna aspiración más. A raíz de eso, empezaron a lloverme los halagos. Incluso me escribió Tom Newman, el productor del disco Tubullar Bells, de Mike Odfield, dándome la enhorabuena por un tema en concreto. Voy ya por el tercero y, ahora mismo, estoy componiendo el siguiente.

-¿Cómo se compone la música ‘new age’?

-Nace de lo más básico, de las mismas sensaciones. Es una forma de expresión. Va fluyendo solo y, muchas veces, casi sin controlarlo, hasta quedar completada. Con el propósito final de generar sensaciones. Hay gente que incluso ha llorado escuchando alguna canción mía.