El autor de obras magnas como Veneno (1977) y Échate un cantecito (1992) se las ha apañado para volver a maravillar con Sombrero roto, trabajo en formato de disco-libro en el que refresca y expande su idea de la canción popular bajo el influjo de la electrónica y el hip-hop

-Ha estado tres años trabajando en este disco. ¿Tenía una ambición distinta a otras veces?

-Quería conseguir dos cosas: que fuera un disco con brillo y con alegría, que transmitiera ganas, entusiasmo, y luego que tuviera sonidos contemporáneos. Quería hacer un trabajo con el que renovar mi cancionero. Con Martín Buscaglia, que vino de Uruguay, elegimos el repertorio, y luego Santi Bronquio sustituyó mis sonidos de ordenador por otros de calidad. Ha sido un proceso lento porque queríamos hacerlo bien, despacito.

-¿Para que sonara contemporáneo era imprescindible que tuviera más electrónica?

-Sí, es el sonido de ahora.

-Lo de ‘Sombrero roto’ viene de una canción del álbum ‘Veneno, Los delincuentes’.

-Sí: «Me quiero asegurar / que mi sombrero está bien roto y así los rayos / pueden entrar en mi cabeza».

-¿Había dejado de llevar ese sombrero?

-No, no, como intención al menos. Esta vez me he visto un poco en la misma situación de cuando iba a hacer Échate un cantecito (1992), cuando me dije: «Quillo, vas a cumplir 40 años, o haces un disco serio o te quitas de la música». Ahora me he dicho que antes de jubilarme quiero hacer un disco de música que sea popular. Jubilarme con canciones nuevas, no tirando de Echo de menos y demás. Me da la impresión de que en estos últimos 20 años no he estado todo lo activo y flexible que debería haber estado para conectar mejor con el público. Quizá bajé un poquito la guardia.

-En ‘Autorretrato’ se presenta y dice: «Soy feo y sin salero, todo me da miedo». El miedo sale varias veces en el disco.

-Porque es algo que nos paraliza, nos impide avanzar y mejorar.

-Reaparece en ‘Yo quería ser español’: «El miedo es lo que da más».

-El miedo es la propaganda política por excelencia, para tener a la gente acojonada. Esta canción viene de una frase de mi hijo Adán, y el adjetivo español, en este contexto de disrupción política en España, es para decir que esta es mi opinión, que la política me importa un carajo, y España, y Cataluña... No quiero desdramatizar, pero sí verlo desde un punto de vista no sofocante.

-¿Contexto de disrupción política, dice?

-Por la fragmentación que hay en España, por el tema catalán. En esta canción está mi anti-opinión. No merece la pena contemplar ese tema como se hace. No me interesa nada. Pero Yo quería ser español es también una poesía que si puede hacer pensar, bienvenida sea. Habla de Movistar, de Securitas Direct... Habla, sobre todo, del miedo.

-¿Qué nos empuja a ser conservadores?

-Que mueve los negocios, y la guerra, y las farmacéuticas, y las nucleares, y las nuevas tecnologías... El argumento favorito de las corporaciones es la guerra, la inestabilidad, el miedo. Y el miedo no hace a la gente más conservadora: la hace miedosa. La gente puede votar a la derecha, que le está haciendo recortes, pero no por una idea política sino por miedo. Por eso es más relevante describirlas como personas miedosas, no como conservadoras.

-Cierra el disco una simpática rumba en inglés, ‘Miss you.’ ¿Una parodia de canción para los guiris?

-No, no, está hecha con todo el cariño. Las primeras canciones que compuse las hice en inglés, cuando estuve en Estados Unidos, con 22 años. Las grabé en Nueva Orleans, en época de carnaval. Y ahora se me ocurrió volver a esa lengua. Me gusta la sonoridad, el gamberrismo y el cachondeo que tiene Miss you.

-Este disco es autoproducido y lo distribuye una pequeña compañía. ¿Se siente en una situación estable en el plano industrial?

-Para nada: en España, la cultura es una aventura. Cada vez que haces un disco. Nos tenemos que lanzar sin red, no hay otra. Si quieres seguir creando, y con fe en ti mismo, debes tener ese espíritu aventurero y arriesgarte.

-¿Le molesta que se pueda interpretar su obra a través de un cristal humorístico?

-No, si la gente lo ve así, no seré yo quien les diga que no. Me parece positivo que la gente vea humor, aunque no lo haya. Es una postura muy sana. Yo tengo humor, y en alguna de estas canciones lo hay.