La casa de la buena estrella , de Diane Ackerman (Illinois, EEUU, 1956), publicada en Ediciones B, es un relato de jirafas y nazis, de mamíferos y depredadores despiadados, de compasión y de infamia. Arranca con el humor habitual de las historias excéntricas de zoólogos --que Gerald Durrell bordó en Mi familia y otros animales -- y acaba en la espiral de violencia de la Europa ocupada por los nazis entre actos de heroísmo magníficamente retratados como en La lista de Schindler de Thomas Keneally. Dos novelas testimonio para construir esta historia real.

Los Zabinski dirigían el zoo de Varsovia cuando estalló la segunda guerra mundial, y mientras los nazis proyectaban el aparato de exterminio, Jan y Antonina Zabinski idearon una compleja maquinaria de vida, o de cómo rescatar a centenares de vecinos y amigos de una efectiva extinción. Su historia es un episodio desconocido (que por ignorado no es menos heroico) de aquellos años de resistencia en el parque zoológico. Dentro, un arca de Noé de "criaturas maravillosas", humanas y afelpadas; fuera, fieras de negro uniforme.

Ackerman no es una escritora novel: sus obras anteriores despertaron gran interés. Solo hay que recordar la buena acogida de Una historia natural de los sentidos (1990) y Una historia natural del amor (1995). Poeta, novelista y cuentista, también ha editado en castellano Magia y misterio de la mente. La maravillosa alquimia del cerebro (2004).

La casa de la buena estrella , que es en definitiva la recreación de la Polonia de sus abuelos, resulta un retrato lleno de vigor y esperanza que alterna los breves momentos de felicidad entre conductas --aterradoramente-- amorales. En este mes de mayo del 2008, 65ºaniversario de la rebelión del gueto de Varsovia, este bellísimo libro toma toda su dimensión.