Los premios Goya de este año, cuya gala de entrega se celebra hoy en el hotel Marriot Auditorium de Madrid, tienen a dos mujeres entre los cinco aspirantes a mejor película que, a su vez, tienen en sus argumentos a tres mujeres como protagonistas; pero no hay ninguna candidata en animación, dirección de fotografía, música, dirección artística, sonido y efectos especiales. Son Carla Simón e Isabel Coixet, directoras y guionistas de sus películas, frente a los vascos Aitor Arregi y Jon Garaño, que compiten con Handia; Manuel Martín Cuenca, con El autor, y Paco Plaza, que mete por primera vez a la categoría más alta de los Goya una película de género, Verónica.

Una desigualdad que las mujeres cineastas españolas han decidido reparar, o, al menos, hacerla clamor a través del revoleo de una selva de abanicos rojos con el hastag #masmujeres; el eco, se espera, lo pondrán los trajes de chaqueta feministas de Ernesto Artillo. Por otro lado, la gala de entrega de los premios este año se ha ensombrecido por el fallecimiento del especialista en efectos especiales cinematográficos Reyes Abades, cuyo trabajo está doblemente nominado en la edición de este año de los Premios Goya por Oro y Zona hostil.

Solo hay un 27% de mujeres nominadas, pero es posible que Simón, que ha dejado boquiabierta a la comunidad cinéfila con su Verano 1993, marque este año la diferencia y se lleve el premio con este retrato íntimo de su propia familia: la muerte de sus padres enfermos de sida cuando ella era una niña, que ha logrado nueve nominaciones.

Y no solo porque es mujer, sino porque Carla es joven y confía en que las medidas de discriminación positiva animen a las estudiantes a ingresar al «club de chicos», como lo definía la veterana Coixet, un panorama masculino al que ella entró de cabeza, a sabiendas, convencida contra viento y marea de que lo conseguiría. Su película, La librería, la segunda más nominada con doce candidaturas, es un canto a esa tozudez femenina que hizo posible que las mujeres votaran, abrieran cuentas corrientes a su nombre, dirigieran películas o pusieran una librería en un pueblo perdido de la costa inglesa en los años 50.

Desde el género fantástico, Paco Plaza habla de otra mujer Verónica, o mejor, del paso de la adolescencia a la madurez de una criatura poseída por poderes sobrenaturales, aunque no tan fácil. Plaza usó como punto de partida un expediente policial real, ocurrido en Madrid en los años 90 que ha logrado siete nominaciones. En El autor, de Manuel Martín Cuenca, el sarcasmo se lleva por delante a los pocos personajes femeninos; es, más bien, otro autorretrato en el que el andaluz se ríe del proceso creativo apoyado en un inmenso Javier Gutiérrez, candidato a mejor actor, entre nueve nominaciones.

Pero la favorita es Handia, un cuento sobre el crecimiento interior y la capacidad del género humano de adaptarse a los cambios que los vascos Aitor Arregi y Jon Garaño han contado con tanta sensibilidad como maestría técnica: en total, trece candidaturas. De ganarlas todas, esta versión de la leyenda del gigante vasco de Altzo rodada en euskera y ambientada en el siglo XIX, alcanzaría a la segunda más premiada de la historia del cine español, ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1991), una menos que el filme Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2005).