La sala del Centro Fosforito induce, por su capacidad, a ejercicios de sobriedad interpretativa, máxime si cantaor y guitarrista se presentan sin el auxilio de sonido, lo que contribuye a dar más autenticidad. La presentación de Diego Serrano y el diálogo con Francisco Javier Navarro era una apuesta, por lo difícil que resulta esta ciudad. La malagueña inicial rematada con la rondeña dio paso a una serie de cantes que aparecen en el disco presentado, entre las cantiñas, seguiriya, petenera… hasta culminar con los fandangos. La estética cantaora mucho tiene que ver con el Madrid de los 70, pasado el tiempo en que su padre, Serranito, iba de gira con los grandes intérpretes de la época. La conversación mostró cómo ha habido un ejercicio de amnesia en cuanto al origen interpretativo, caso de la soleá apolá o el taranto, o las aportaciones de una estética a la que se le debe mucho acerca del ingreso en la nómina de aficionados actuales, por más que sólo haya ejercicios aislados de evocación.