Tan rara es una fiesta religiosa que no proviene de una celebración pagana, como extraña es la festividad andaluza --con una virgen como titular, naturalmente-- que no se rodea de paganismo. Y es que la realidad casi siempre supera a la religión. En el caso de nuestra Fuensanta esta es, por encima de todo, una fiesta de barrio. Un hecho con mucho fundamento en una ciudad monopolizada por su extenso y patrimonial casco histórico, que ve como muchos de sus barrios siguen siendo más periféricos de lo que se merecen.

La Velá se llena cada año de símbolos costumbristas para todos los públicos. Algunos son elementos históricos, otros tratan de actualizar la tradición y existe un invento contemporáneo que pretende pasar por eterno. En unos días volverá a pasear en procesión, y por segundo año, la Virgen de la Fuensanta. Antes, era la montaña la que solía acercarse a visitar a una Virgen que recibía en su santuario hasta que unos 'capillitas' de fuera del barrio decidieron que la imagen debía recorrerlo.

Pero respiremos. En Córdoba siempre hay dos caminos que discurren paralelos, y mientras por uno se desanda lo conseguido, por el otro se avanza. Para empezar, los vecinos de la Fuensanta y el Ayuntamiento han firmado la paz y, a pesar de la procesión, ellos vuelven a estar al mando de la programación de la Velá. Por eso este año se ha normalizado el cartel, que muestra la arquitectura del santuario frente a ese grabado del pasado año que parecía el de una novena y a ello se suma una programación de actividades que aportarán contemporaneidad al costumbrismo. Urbanismo de barrio, por ejemplo, volverá a llenar de vida el solar del antiguo cine Fuensanta con paseos urbanos, talleres de mobiliario urbano reciclado, huertos urbanos o urbanismo para niños. Eso sí, gracias al voluntariado, ya que lo religioso sigue teniendo el presupuesto que corresponde a la realidad pagana.