Recibir una medalla de oro a las Bellas Artes no es moco de pavo. Para merecer tal honor es necesario destacar tanto en el mundo de la cultura que a veces se espera demasiado y las medallas se entregan a título póstumo. Ocurrió ayer con el humorista Chiquito de la Calzada, la mecenas y promotora Mª del Carmen Mateu y el torero Dámaso González, (Luis Eduardo Aute tampoco estuvo aunque en su caso por enfermedad), a los que se privó en vida de disfrutar el reconocimiento, quizás por esa cosa tan española de apreciar el talento en el último estertor. También influye que las medallas de ayer son las que debieron entregarse en el 2017 y que, por cosas de la política, han llegado a su destino dos años de retraso. Los de ayer fueron unos premios en los que destacó, por encima de muchas cosas, la solera de los premiados (Juan Echanove, Mª Isabel Ruiz, Óscar Alzaga, Consuelo Martínez Correcher, Alberto Iglesias, Miguel Sáenz Sagaseta, Jordi Sierra i Fabra o María Luisa Merlo, entre otros). No en vano, la edad media de los galardonados superaba los sesenta años, destacando como los más jóvenes la bailaora Eva Yerbabuena, la cantante Lolita y quizás los miembros de Hombres G, que triunfaron entre los pijos adolescentes españoles de hace más de tres décadas.

Quizás por ello Lolita sacó a colación ante los medios la satisfacción de poder recibir este premio, que dijo compartir con toda su estirpe, desde su madre y su padre a su hermano, «en vida». Y es que quizás para eso deban existir los premios, para disfrutarlos en vida y que estos actúen como palanca y motivación a quienes los reciben para seguir trabajando.

Quizás también por aquello de la solera David Summers mostró su sorpresa y la de su grupo al recibir tan inesperado honor ahora, cuando todos los G peinan canas. Aunque también es posible que haga falta poner distancia para conseguir valorar en su justa medida la aportación a la poesía y la literatura de himnos ochenteros como Sufre mamón o Marta tiene un marcapasos. Pese a la solera espiritual de todos sus miembros, los Hombres G no quisieron resistirse a sí mismos y sacaron a pasear a su espíritu gamberro lanzando alaridos tenues como acompañamiento a las declaraciones de Summers. Un gesto de lo más rejuvenecedor.

A falta de especímenes de la cultura de corta edad, no faltaron mayores de espíritu joven, como José Luis Perales, que a sus 74 años, a preguntas de los periodistas, no dudó en compartir los trucos que le mantienen en plena forma. «Vivir, sentir, escribir música y, dentro de lo que cabe, ser feliz en este mundo tan complicado». Eso sí, no quiso cantar nada.

Los Reyes de España, el relevo real del siglo XXI, derrocharon también cercanía y calidez. Como la de la Reina Letizia, que aguantó estoicamente la entrega de las medallas en manga corta, pese al fresquete que hacía en la iglesia de la Merced, y se lanzó a la calle junto al Rey Felipe para estrechar manos a diestro y siniestro nada más concluir el cócktail (made in Bodegas Campos) con el que se agasajó a los premiados. Miembros de la cultura local como Vega, Macarena Gómez, Vicente Amigo, Paco Montalvo, Arcángel, Queco y María José Ruiz dieron brillito a la gala, que también contó con una amplia representación institucional, incluido todo el arco político de concejales, desde PP, Cs y UCOR a Ganemos, a excepción de IU.