El segundo concierto de abono de la temporada de la Orquesta de Córdoba, de título Un paseo romántico, contó en la noche del jueves con el director alemán Christoph König, que ha sido titular de diversas orquestas europeas y venía avalado por su precisión y elegancia. El programa estuvo formado por dos obras: la Sinfonía nº1 en re mayor, D82 de Franz Schubert y la Sinfonía nº8 en sol mayor, op. 88 de Antonín Dvorák, dos obras próximas a los confines del Romanticismo separadas 79 años entre sí. Comenzó juvenil y fresca la primera de Schubert, con una dirección precisa -como se anunciaba-, y una orquesta empastada y atenta. La versión ofrecida por König fue equilibrada y elegante, dando testimonio del incipiente y personal lirismo de Schubert sin sumergirse directamente en él.

La octava de Dvorák comenzó, tras la breve cantilena, arrolladora y propulsiva. La energía popular que contiene la obra afloraba y la orquesta respondía con un excelente sonido a las indicaciones del director, llegando a alcanzar momentos de tensión que, si no se sostuvieron a lo largo de toda la obra, la poblaron frecuentemente. En el Adagio, el lirismo y la solemnidad alternaron sin decaer, armando el mejor momento de la velada, que continuó con el Allegretto grazioso y el Allegro ma non troppo en una octava que sonó bien, en algunos momentos electrizante, aunque con caídas de tensión. Tras el intenso final -al que Dvorák dio forma de bacanal-, el público respondió con una prolongada ovación a director y orquesta.