La escultora cordobesa Concha Barrionuevo vuelve a mostrar su obra en Córdoba en la que podía ser su última exposición, según augura la artista debido a su resentida salud. Pese a que sus manos ya no responden como a ella le gustaría, asegura que, a sus 77 años, sigue teniendo el mismo empuje, fuerza e ilusión, como la que le produce ahora mostrar unas piezas en las que se adentra en la violencia de género, una lacra que toca la fibra sensible de esta artista cuyas piezas han viajado a un gran número de ciudades españolas, sobre todo de Andalucía, y a países como Portugal o Japón. Desde el próximo jueves y durante un mes, la galería la Casa del Arte acogerá esta muestra, que recoge obra realizada por Barrionuevo hace varios años.

-¿De qué se compone la exposición que inaugura el próximo jueves?

-Son 15 piezas que forman parte de un trabajo que realicé hace unos cuantos años, porque hace mucho tiempo que mis manos no me dejan esculpir. Empecé a trabajar sobre la amistad, a investigar, a preguntar, a preguntarme sobre ese sentimiento, pero mientras trabajaba en eso me impactó mucho la muerte de una mujer a manos de su marido, y me llegó tanto al alma que abandoné la serie sobre la amistad y me metí de lleno en la violencia de género y las víctimas de maltrato. Eso es lo que voy a exponer ahora, esta muestra es mi particular homenaje a las mujeres que sufren maltrato y lo están pasando muy mal.

-¿Qué pretende expresar con sus mujeres arrodilladas, de ojos cerrados y bocas redondas?

-A mí siempre me han motivado los sentimientos, y con estas esculturas pretendo expresar la barbaridad que sufren esas mujeres maltratadas y que yo estoy con ellas. Hay mujeres con agujeros en la barriga, arrodilladas, seres rotos. Aunque no todas las piezas son tan dramáticas.

-También ha colaborado con Amnistía Internacional. ¿Qué le llevó a eso?

-Siempre he admirado mucho a Amnistía Internacional porque se ocupa de temas importantes a los que los gobiernos no hacen caso. Les propuse hacer una exposición en la librería La República de las Letras y todo lo que se sacó fue para este colectivo. No es mi primera colaboración con ellos, porque mi intención es siempre ayudar a quien lo necesite.

-¿Piensa que el arte debe ser comprometido con la sociedad?

-Por supuesto. Como decía León Felipe, el arte es un arma cargada de futuro. No hay otra.

-¿Qué le hizo expresarse a través de la escultura?

-Empecé con la pintura y me gustaba mucho, después pasé por el cuero hasta llegar a la escultura. Creo que es una cuestión de sentimientos y yo siempre he trabajado a golpe de sentimientos.

-¿Cuál es la cualidad que ha presidido sus esculturas?

-Creo que, quizá, la honestidad. El dinero nunca me ha motivado. Hago lo que surge del corazón y he sido muy libre trabajando.

-¿Con qué materiales le gusta trabajar?

-He trabajado con barro de alta temperatura, con cerámica, con cenizas, siempre he sido muy curiosa y me ha gustado mucho investigar.

-¿Qué cree que evoca su obra?

-A veces ternura, a veces fuerza. Y dolor, rabia e impotencia.

-¿Qué siente ante esta exposición?

-Me hace muchísima ilusión, estoy nerviosa como una niña chica y contenta de que se vea mi trabajo. Aunque también siento un poco de pena porque va a ser la última, ya no puedo trabajar. Vivimos unos tiempos raros y difíciles, pero el arte tiene que salir, no se puede quedar en una cápsula.