Igual que su banda, Manuel Martínez es incombustible. Reivindicativo, libre y con un tesón envidiable, lleva al frente de Medina Azahara cuarenta años, algo que está celebrando paralelamente a la salida de su segundo disco en solitario, Las hojas de otoño, donde este cordobés universal que aún conserva su rubia melena se desnuda con un puñado de canciones que hablan de su forma de ser, de sentir y de vivir. Cercano a los indefensos y a los que sufren, en estas canciones que le han salido del alma se centra en temas como los refugiados o la violencia de género. Y para ello ha contado con la inestimable colaboración de su casi hermano, el teclista Manuel Ibáñez, creador de la música del disco, que hasta febrero no será presentado en Córdoba.

-En este disco abre su corazón en canal. ¿Cómo es su vida?

-Normal, la de una persona corriente, de la calle. Intento disfrutar de todo lo bueno que me pasa y, cuando las cosas van regular, hago lo posible para que vayan mejor.

-Una vida en la carretera no parece muy normal.

-Eso forma parte de mi normalidad, siempre estamos viajando de un lado a otro. Ahora vamos camino de Barcelona desde Madrid a promocionar este trabajo. Y después nos vamos a Castellón a tocar con Medina Azahara.

-Dice en ‘Las hojas de otoño’ que aún queda tiempo. ¿Para qué?

-Para cambiar este mundo, para que todos seamos mejores, para defender el planeta en todos los sentidos. Aún queda tiempo para llegar al cielo. Todo se puede arreglar.

-También vuelve a los temas sociales en la canción ‘Campos de refugiados’. ¿Es una necesidad para usted?

-Cuando Manuel Ibáñez, que es el compositor de la música, me pasó la de esa canción yo estaba viendo un documental sobre la vida en los campos de refugiados y me di cuenta de que esa melodía me venía muy bien para explicar esas sensaciones. Intenté profundizar en el tema y hacer un llamamiento a la gente que quizá no sabe que existen esos campos de refugiados o lo ven como una cosa normal. Yo espero que llegue este grito de auxilio hacia esas personas a través de este altavoz que tenemos.

-También hay tristeza. ¿Otro imprescindible en su repertorio?

-La inspiración de los artistas depende del momento que viva. Cuando Ibáñez me mandó la música de Madre, la primera palabra que se me ocurrió fue esa, madre. Todo surgió muy rápido. ¿Quién no recuerda a su madre cuando no la tiene? Y me vino a la cabeza todo lo que me hubiera gustado decirle a la mía y nunca le dije. Fue muy fácil escribirla. En cambio, Así me siento, que es la más triste del disco, tuvo mucho que ver con la sensación de Manuel al componerla. Él me pidió que fuera una letra triste porque así se sintió. Y refleja un poco el distanciamiento hacia una persona que está muy mal, a la que no puedes ayudar.

-También hay historias contra el maltrato a la mujer, como en ‘Vencer tu miedo’.

-Aunque no es la primera vez que denunciamos esto en las canciones de Medina Azahara, en esta ocasión era una historia que le ha ocurrido a alguien de nuestra familia. Y como estaba muy reciente, al hacer la música vimos que podíamos hablar de esto, y sentimos la necesidad de volver a denunciarlo.

-¿Es difícil separar a Manuel Martínez de Medina Azahara? ¿Le resulta complicado acercarse a un sonido propio?

-Son 40 años de lucha con Medina Azahara, es un sello que me identifica mucho y es muy difícil separar el trabajo en solitario, pero hay muchas canciones en las que lo hemos conseguido. Con los ritmos árabes, la voz suena a la de la banda, pero creo que hay temas de este disco con un tratamiento muy especial, más moderno, y ahí parezco menos el Manuel Martínez del grupo.

-Los teclados cobran protagonismo en este trabajo. ¿Lo hace para alejarse del sonido que todo el mundo espera?

-Sí. Aunque lo hemos tocado con guitarras de siete cuerdas para darle un carácter más potente, los teclados son una de las bases principales, ya que Manuel Ibáñez es muy sinfónico y lleva diez años siendo premiado como el mejor teclista de este país. Cuando hablamos de hacer un disco, le di carta libre para hacer lo que considerase oportuno.

-No para de nombrar a Manuel Ibáñez. Se nota que hay mucha complicidad entre ambos.

-Sí, además de ser compañero en Medina Azahara, ya forma parte de mi familia.

-¿Cómo reacciona Medina Azahara cuando usted saca un disco en solitario?

-De una forma normal, aunque, de alguna manera, con un poco de miedo. Con este disco, hay quien ha pensado que Medina Azahara se separaba, pero de eso nada. De hecho, seguimos con la gira de los cuarenta años, que está siendo apoteósica. Y ahora la compaginaremos con la de Las hojas de otoño.

-¿Se siente con fuerza para dos giras a la vez?

-Por supuesto. Sin ningún problema.

-¿Cuándo presentará ‘Las hojas de otoño’ en Córdoba?

-En febrero, en el Gran Teatro. En pocos días estarán las entradas a la venta.

-Han pasado 21 años desde su primer disco en solitario. ¿Por qué ahora?

-Porque ahora he tenido tiempo. Hemos aprovechado la gira de los cuarenta años, que será larga y no vamos a sacar ningún disco de Medina Azahara. Y hasta ahora la acogida está siendo muy buena, sentimos el cariño de todos los profesionales.

-¿Cómo fue la reciente experiencia de la grabación del programa ‘Un país para escucharlo’ en Medina Azahara?

-Fue muy bonito, nos encontramos con Vega y cantamos en el Salón Rico, que tiene un acústica casi perfecta. La verdad es que me recordó nuestros principios y por qué nos llamamos Medina Azahara.