La cineasta española Isabel Coixet estrenó ayer en la Berlinale su nuevo corto No es tan fría Siberia, una reacción, según la realizadora, al «fracaso» de su película Nadie quiere la noche hace dos años en este mismo festival. «Esta película soy yo hablando de lo que es ser cineasta» y es «una reacción a lo que pasó aquí en Berlín hace dos años», declaró Coixet al presentar su corto en el marco de la sección Berlinale Talents, espacio del festival destinado a los talentos emergentes. En realidad, explicó, este no era inicialmente el corto que quería hacer, pues su deseo era rodar en Auschwitz, algo «imposible», porque allí sólo permiten hacer documentales, no ficción. Pero en un viaje a Siberia «ocurrió algo» de lo que pensó que le permitiría hablar de «cosas muy personales». En su corto, Coixet explica su viaje a Jantí-Mansiysk, en la Siberia profunda, a donde había sido invitada para hacer de jurado en un festival de cine, y su encuentro con un hombre que le entrega una bolsa con 144 fotografías. Este viaje a un festival novel en latitudes remotas y en particular este casual encuentro con un hombre que le recuerda a su padre, sirven a la cineasta para reflexionar sobre su profesión.

Reconoció que para ella siempre ha sido muy difícil hablar de sus sentimientos, a pesar de lo «emocionales» que son sus películas, y agregó que nunca se ha autoretratado en ninguna de sus películas. Pero en este corto «quería hablar de cuando ruedas una película y pones toda tu alma», explicó la realizadora, que subrayó que «es muy importante hablar sobre el fracaso». Recordó la «alegría» que sintió cuando la Berlinale le comunicó que su cinta Nadie quiere la noche, abriría la edición de hace dos años del festival. «Vienes con tu reparto, con tu vestido, vas a la alfombra roja y al día siguiente sabes que has fracasado», que «básicamente eres lo peor», señaló.