Apartir de la novela de Camille Laurens, el ralizador francés Safy Nebbou construye un interesante filme donde aborda ciertas temáticas de lo más contemporáneo: la soledad, la locura, el recurso fácil de las redes sociales para salvarse perdiéndose en el aislamiento, la dependencia de internet, las relaciones sentimentales y sexuales en la red de manera virtual, la suplantación y doble vida que uno puede permitirse desde el anonimato que siempre es la red. Como es de suponer, las pantallas (de móviles y ordenadores) ocupan tanto la pantalla como la cara en primer plano de la protagonista, una maravillosa Juliette Binoche en el papel de una profesora de cincuenta y tantos años separada y con un amante que la deja recién comenzada la película.

La narración está hilvanada mediante una serie de conversaciones de Claire con su psicoterapeuta (Nicole García), donde va relatando su experiencia, contrapunteada con la puesta en escena de esos recuerdos que han ido configurando la trama del relato que la paciente comenzó a construir el día que fue abandonada por su amante. Y todo se complica cuando esta profesora de literatura decide crearse una identidad falsa para llegar hasta el amigo y compañero de piso de su amante con la intención de llegar hasta este último, quedándose este objetivo por el camino al enamorarse virtualmente del joven al que lleva bastantes años de diferencia.

La nueva Claire, Clara, escoge unas imágenes para su perfil de una chica de 25 años, arrastrando esta mentira hasta límites insospechados y de consecuencias devastadoras para la pareja de enamorados virtuales. Cuando el espectador crea que el asunto se está resolviendo habrá un giro dramático que sorprenderá, y no sólo una vez. El amor con la mentira como fondo escenográfico parece que no funciona, y esa podría ser la moraleja de este cuento contemporáneo que posee más de un final, porque cuando uno cree que llega la resolución con el final más triste vuelve a bifurcarse el argumento, cambiando de camino hacia un nuevo desenlace.