El japonés Hirokazu Kore-eda se llevó ayer la Palma de Oro de Cannes por Shoplifters, una dura y poética crítica social en una edición muy política del festival, que acabó con un palmarés en el que se han premiado historias sobre el racismo, la inmigración o la falta de libertad.

Kore-eda, uno de los cineastas habituales de Cannes, ya había ganado el Premio del Jurado en 2013 y ayer consiguió la quinta Palma de Oro para un cineasta japonés por una película que fue muy bien recibida por su mezcla de tragedia, ternura y comedia, lo que le situó entre los favoritos para hacerse con el galardón.

El japonés dedicó el premio a dos cineastas ausentes en esta edición por estar arrestados en sus países, pero que compitieron con sus filmes: el iraní Jafar Panahi y el ruso Kirill Serebrennikov.

SPIKE LEE / Mientras, Spike Lee, que ganó el Gran Premio del Jurado por BlacKkKlansman, mantuvo el tono de humor crítico de su película al dedicárselo a la gente de la República de Brooklyn, Nueva York. Un galardón que reconocía la valentía del director para tratar con mucho humor y un punto de locura un tema tan serio como la discriminación racial en Estados Unidos a través de la historia del primer policía negro de Colorado Springs en los años setenta.

Otra historia muy política y social, Capharnaüm, sobre los niños sin papeles ni identidad, de la libanesa Nadine Labaki, se llevó el Premio del Jurado. Labaki dio el discurso más comprometido de los ganadores al señalar que el cine tiene el poder de cambiar algo y que todos los que estaban en la sala debían trabajar para lograrlo.

«No podemos continuar dando la espalda al sufrimiento de los niños, no sé cuál es la solución, no la tengo», dijo la realizadora, que lamentó que ni siquiera sabe cuál será el futuro, cuando regrese a su casa, del protagonista de su película, Zain Alrafeea, que es inmigrante ilegal sirio en Libia.

Zain, que es lo mejor de la película, acompañó en el escenario a Labaki, que dedicó el premio a su familia, a su equipo y a su país, que «a pesar de todo lo que le reprochan, ha acogido el mayor numero de refugiados del mundo incluso cuando no tiene los medios ni para su propia población». Y la productora del veterano Jean-Luc Godard dijo en su nombre, al recibir una Palma de Oro especial: «Nunca estamos suficientemente tristes» por la situación del mundo.

Godard, uno de los nombres imprescindibles del cine francés y mundial, presentó en competición Le livre d’image y recibió el galardón especial por ser un artista que ha hecho «avanzar el cine, que ha sobrepasado los límites y que busca redefinir esos límites», en palabras de la presidenta del jurado, Cate Blanchett.

En el palmarés también hubo hueco para el polaco Pawel Pawlikowski, mejor director de la edición por la preciosa historia de amor en la guerra fría que narra en Cold War, y el galardón a mejor guion fue dado ex aequo a dos trabajos, concretamente los trabajos de la italiana Alice Rohrwacher, directora de Lazzaro Felice, una narración mágica a medio camino entre la realidad y el sueño y que sirve para hacer un duro retrato de la sociedad actual, y el de Nader Saeivar en Trois visages, el filme de Panahi, un grito a la libertad de las mujeres.

MEJOR ACTOR Y ACTRIZ / El palmarés de esta 71 edición se completó con dos premios que eran más que previsibles, los de intepretación. Así, en el apartado masculino el italiano Marcello Fonte había maravillado desde el primer día por su espectacular papel de cuidador de perros inocente y vengativo en Dogman, de Matteo Garrone, mientras que en el femenino, la kazaja Samal Yeslyamova también sorprendió por la mujer desesperada y que vive en la miseria en Ayka, un durísimo filme de Sergey Dvortsevoy.