Un año más, muchos se enteran de que ha llegado el verano a nuestra ciudad porque hay bibliotecas que cierran por las tardes, la Filmoteca deja de programar en sábado y, ahora viene la buena noticia, los cines de verano abren sus puertas en los espacios de costumbre desde hace tantos y tantos años, haciendo frente a los inconvenientes que otros no supieron capear como la crisis económica, los recortes, los avances de las nuevas tecnologías (que no siempre son una virtud), etcétera, etcétera.

Y ahí siguen, incluso mejor que antes, cada temporada, como recién acicalados y con la vegetación y flora cada vez más cuidada y frondosa, decorados para la ocasión y para que el público disfrute de cada visionado con las mejoras que supone la proyección digital con los más avanzados medios técnicos y en ciertas condiciones atmosféricas y meteorológicas que invitan a salir de casa y huir del calor para refugiarse en el excepcional y acogedor clima que ofrecen estos oasis en pleno corazón del casco histórico de la ciudad, en lugares tan estratégicos como La Fuenseca, San Andrés, San Lorenzo o San Agustín. La apertura de estos cines al aire libre se ha desarrollado no sólo con total normalidad sino con visibles mejoras en sus espacios de exhibición, programándose títulos de calidad firmados por Roman Polanski o Steven Spielberg, por ejemplo. Y, por segundo año, se han podido disfrutar un puñado de documentales bajo el epígrafe La música proyectada como preámbulo del Festival de la Guitarra: títulos a propósito de Antonio Vega, Camarón, Chavela, Oasis, Iggy Pop o The Doors que han hecho las delicias de un público ávido de esta fusión entre cine y música. Pero esto no es más que el principio de lo que les espera a los privilegiados espectadores que en noches de estío se acerquen a soñar frente a una pantalla gigante a la luz de la luna, porque seguro que, además de una buena revisión a lo mejor de la temporada, habrá estrenos para todos los gustos y más de una sorpresa.