El realizador Damien Chazelle y el actor Ryan Gosling llegaron a la Mostra como las estrellas del filme First Man, que narra la llegada del hombre a la Luna, pero no se cumplieron las expectativas sobre un filme en el que es Claire Foy la que más destaca. Una historia íntima sobre Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna, y también una narración sobre la épica que supuso aquella misión del Apolo XI y de todos los problemas que hubo en el camino para dar ese gran paso para la Humanidad, como reconoció ayer Chazelle en rueda de prensa. «Personalmente, y como cualquiera de mi generación, he crecido con las imágenes icónicas de la llegada del hombre a la Luna», resaltó el realizador, que con este filme compite por el León de Oro y además inauguró ayer oficialmente la 75 Mostra de Venecia, como ya hizo hace dos años con La La Land.

La investigación de todo el proceso que permitió a Armstrong (Ryan Gosling) y a Buzz Aldrin (Corey Stoll) ser los primeros en pasearse por la Luna hicieron crecer en Chazelle la fascinación que ya sentía por la historia. Y fue precisamente el poder mostrar todo lo que los astronautas tuvieron que pasar para llegar hasta allí, el «enorme trabajo» que supuso, lo que le convenció para hacer esta película. Algo muy claro en un filme que se recrea en los detalles de las naves que usaron los astronautas, primeros las Gemini y luego las Apolo, hasta que en el Apolo XI por fin llegaron a su objetivo, impulsado por la rivalidad de Estados Unidos y Rusia en la carrera espacial, como refleja First Man.

Naves mucho más pequeñas que las actuales, en las que apenas cabían los astronautas, y construidas con medios mucho más precarios de lo que cabría suponer por la hazaña que lograron, algo en lo que Chazelle se fijó cuando de niño visitó museos en Estados Unidos y que quiso contar en su película. Nada que ver «con las actuales, en las que los astronautas viven y trabajan», explicó el realizador, para quien fue muy importante que el filme reflejara esa claustrofobia que sentían los astronautas o su campo de visión limitado cuando estaban dentro de las cápsulas, un realismo al que también contribuyó el que usaran trajes originales y hasta un casco de Neil Armstrong.

Detalles que suponen lo más interesante de un filme que quiere huir de la imagen de héroe que le impusieron a Neil Armstrong tras llegar a la Luna y que estaba muy lejos de la realidad, como resaltó Gosling. «Neil era extraordinariamente humilde, intentaba que el foco no estuviera en él, hacía entender que él era solo la punta del iceberg. No creo que Neil se considerara como un héroe americano y por eso hemos querido mostrar al verdadero Neil, como persona y como individuo», señaló el actor.

Y para construir ese Neil humano y real, Gosling tuvo más ayuda que nunca antes en su carrera, como reconoció en la rueda de prensa. Por parte de los hijos del astronauta, de su exmujer Janet (a la que da vida Foy), amigos de la infancia o su hermana. Además la NASA abrió sus instalaciones al equipo, destacó Gosling.

El actor también tuvo palabras de elogio para sus compañeros de reparto, entre los que están Foy, Jason Clarke, Ciaran Hinds o Kyle Chandler, al apuntar la importancia de «trabajar con grandes actores que te ayudan a crear los personajes». Al lado de Gosling estaba Claire Foy, que con su pequeño papel se convierte en la roba escenas de la película, aportando el carácter que le falta a su marido en la ficción. Foy aseguró que tras hablar con los hijos de la pareja querían «honrar cómo eran como padre y madre de estos niños (...). Queríamos ser muy respetuosos con su mirada, nuestra tarea era transmitir la emoción».