Año 1516. Casi 250 hombres se embarcan comandados por el portugués Fernando de Magallanes, casado y padre de un hijo de nombre Rodrigo, «hombre de honor, pero de carácter autoritario» con la orden expresa del Rey de encontrar una ruta segura para llegar a las islas de las especies. De aquella aventura que acabó costando la vida al propio Magallanes, solo regresarían 18 hombres, entre ellos el vasco Juan Sebastián Elcano, promotor en cierta forma de la primera vuelta al mundo a través del Pacífico o mar del sur en la época.

José Calvo Poyato presentó este jueves La ruta infinita (editorial Harper Collins Ibérica), la novela en la que narra esa odisea en el mar que su autor no solo cuenta hechos históricos sino que se sumerge en la atmósfera del momento con todo lujo de detalles. «Hace dos años decidí empezar a documentarme sobre la expedición porque vi que la gesta era tan importante, no solo fue la primera vuelta al mundo sino que permitió conocer por primera vez las verdaderas dimensiones de la Tierra, pensando que detrás había una novela», explica Calvo Poyato, que se sorprendió de la cantidad de información que existe sobre los preparativos previos a que los barcos zarparan y la falta de documentos sobre lo que ocurrió en alta mar. «Sabemos cómo prepararon los barcos, el viaje de Magallanes a Sevilla, sus proyectos en Lisboa, la entrevista con Carlos I en Valladolid, pero de lo que ocurrió en el viaje solo tenemos dos testigos, además de la carta que Elcano escribe al Rey, el diario de Antonio Pigafetta, más literario, donde deja ver su mala relación con Elcano, al que no nombra en ningún momento, y el de Francisco Albo.

El nombre de la novela describe la esencia de la travesía, «un viaje tremendo en el que pasaron un hambre terrible, por la mala relación de Magallanes y los capitanes, ya que el barco más grande que cargaba la mayor parte de la comida abandonó la expedición, una travesía con muchos enfrentamientos, con ejecuciones por el pecado más terrible de la época, la sodomía, marcada por el miedo a lo desconocido porque navegaban en mar abierto con pocos puntos de referencia, entre otras cosas, conocían las estrellas del hemisferios norte, pero no del hemisferio sur que son muy distintas, y con la necesidad de evitar a los portugueses que no querían que los españoles abrieran esa ruta», explica el autor.

Calvo Poyato describe a Magallanes como un hombre «muy pagado de sí mismo y sus conocimientos que nunca consultaba con su tripulación», muy distinto a Elcano, un prófugo de la justicia con grandes dotes como navegante que, a la muerte del primero, combatiendo con los indígenas, tuvo que tomar el mando. La trascendencia de la gesta es achacable más a Elcano.

«Hay un detalle importante al que no se le ha prestado mucha atención y es que cuando Magllanes emprende el viaje buscaba una ruta más corta y Carlos I dijo que regresasen por aguas españolas, pero será Elcano quien decida desobedecer y regresar por aguas portuguesas, por El Índico y así es como termina dando la vuelta al mundo, lo hizo porque pensó que si volvían por el mismo sitio , rodeados de tiburones en un mar infinito y sin víveres, iban a morir».

La obra llama a imaginarla hecha cine y, según su autor, ya hay proyectos para una serie.