Se han desplazado hasta la plaza de toros de Azuaga (Badajoz) los jinetes cordobeses Gabriel Jurado, José Alejandro Alcaide y Juan Pablo Alcaide acompañando al sevillano afincado en Córdoba Ángel Peralta Astolfi, quien fue invitado por el violinista Paco Montalvo para su concierto Alma del Violín flamenco. Durante las semanas previas se fue calentando el ambiente y la expectación por ver la fusión del caballo con la magia del violín de Montalvo iba a más, hasta que se llegó a colgar el «No hay billetes». Ya se terminaron los ensayos en la Hacienda de la Albaida y partían los ejemplares para Azúaga.

Noche de luna llena la del 8 de julio para un evento que prometía sentimiento y magia en un ruedo de solera en el que reinaba un escenario de grandes dimensiones.

Todos los asistentes volcados con un espectáculo inédito, mientras en el suelo de la plaza se escuchaban los cascos de estos caballos andaluces que se movían al ritmo de la música del maestro. Sonaba Granada para un paso de cuatro caballos tordos que formaban figuras y se coordinaban trabajando en ejercicios de doma clásica y alta escuela, creando un semblante muy positivo entre el gran público asistente.

A continuación seguía Montalvo con su concierto y se esperaba un mano a mano entre el violín de Montalvo y el caballo de Peralta. La bailaora cordobesa Marta Guillén con sus castañuelas vaticinaba uno de los momentos mágicos de esta velada, sonaba el Vito Cordobés. Era un duelo de titanes entre un violín emblemático y un caballo que se mostraba artista, moviéndose al compás de una canción popular de su tierra. En equitación torera marcando los cambios de ritmo y rematando con una levada se entusiasmó un graderío que se mostraba entregado en todo momento.

Prometía Peralta que el último número sería de puerta grande o de enfermería y Montalvo le dio permiso para que así fuera a través de La Malagueña. Nadie se esperaba que Sadam, una jaca vaquera del hierro de Centeno, fuese a formar tal alboroto que terminó levantando al respetable de sus asientos como colofón a un sueño que ambos artistas tenían en su pensamiento.