El presente y el futuro de la música tienen nombre de mujer. Un solo nombre, para ser más exactos, de dar crédito al veredicto del jurado de la Academia de Grabación estadounidense. En una gala marcada por la trágica e inesperada muerte de la leyenda del baloncesto Kobe Bryan, los Grammy se rindieron al último fenómeno mundial en irrumpir desde la periferia de la industria, una artista de tan solo 18 años que se ha convertido en una de las voces de su generación con una estética brumosa alejada de los parámetros más comerciales. Billie Eillish monopolizó los grandes premios de la noche (mejor álbum, grabación, canción y artista revelación) al imponerse a nombres como Lizzo, Ariana Grande o Lil Nas X. La californiana dejó también sin el trono de artista revelación a Rosalía, que, no obstante, se llevó el de mejor álbum de rock, urbano o alternativa.

La gala empezó con un grito unánime lanzado por Lizzo en la actuación que abrió la 62 edición de los Grammy. “Esta noche es para Kobe”, dijo la cantante de Detroit, que partía como favorita con ocho nominaciones, y que se esforzó con ‘Cuz I Love You’ y ‘Truth Hurts’ en animar a un público todavía consternado para la muerte de la estrella de los Lakers solo unas horas antes en un accidente de helicóptero. Nadie pudo ignorar la tragedia porque mientras los nominados desfilaban por la alfombra roja del Staples Center de Los Ángeles, cientos de aficionados se acercaban a rendir tributo a Bryant a las puertas del mismo estadio donde construyó su leyenda. “Todos nos sentimos increíblemente tristes en estos momentos”, dijo la presentadora de la ceremonia, Alicia Keys, al tomar la palabra. “Estamos aquí, literalmente con el corazón roto, en la casa que Kobe ayudó a construir”.

Toda la noche acabó teniendo un regusto muy local. El rapero angelino Nipsey Hussle, asesinado el año pasado, fue uno de los homenajeados de la noche. Y en esa misma ciudad se escribió ‘When We All Fall Sleep, Where Do We Go?’, el primer álbum de Eillish. Lo grabó en casa de sus padres, en el dormitorio de su hermano, Finneas O’Donnell, productor, coautor e ingeniero del disco. “No hemos preparado un discurso porque no hicimos este disco para ganar un Grammy. No pensamos que ganaría nunca nada”, dijo Finneas, más locuaz que su hermana sobre el escenario de los Grammy. “Escribimos un álbum sobre la depresión, el suicidio, el cambio climático o ser un mal tipo, signifique lo que signifique. Y aquí estamos confundidos y agradecidos”

Finneas acabó siendo técnicamente el mayor triunfador de la noche con seis gramófonos, uno más que su hermana, la artista más joven en copar las grandes categorías de los Grammy y la primera en hacerlo desde Christopher Cross en 1981. Con la única ayuda de un piano, ambos interpretaron ‘When the Party’s Over’. “Los fans se lo merecen más que nadie. Ellos son la única razón por la que todos nosotros estamos aquí”, dijo Eillish, que subió tantas veces a recoger premios que se acabó quedado prácticamente sin palabras. “Gracias y adiós”, dijeron ambos en el brevísimo parlamento final que cerró la noche.

Rosalía protagonizó una de las actuaciones de la noche tras ganar en la ceremonia previa, no televisada, el Grammy al mejor disco latino de rock, urbano o alternativo por ‘El Mal Querer’. Acompañada de palmeros y una guitarra flamenca, la catalana se arrancó con su nuevo sencillo ‘Juro que’ antes de fundirlo con ‘Malamente’, rodeada de bailarines en una actuación exuberante que puso en pie al público. “Quiero deciros que honestamente es un orgullo y un placer. El flamenco para mí es una inspiración. Muchísimas gracias por defender y creer en mi proyecto y en mi música”, dijo horas antes al recoger el gramófono al álbum de rock, urbano o alternativa. Alejandro Sanz, que como ella tuvo también una noche notable en los recientes Grammy Latinos, se llevó el gramófono al mejor disco de pop latino, el cuarto de su carrera.