La reivindicación del poder de las imágenes, el activismo político de la fotografía y resucitar su capacidad para influir, transformar y crear conciencia, además de la pedagogía de esta disciplina, son los ejes de la 15ª Bienal de Fotografía de Córdoba, que se celebrará desde el 23 de marzo al 21 de mayo bajo el título Imágenes en conflicto. Este encuentro contará con un total de 14 exposiciones -seis en la sección oficial, comisariada por Óscar Fernández, y ocho en la paralela, que se ha realizado a través de un concurso abierto organizado por Afoco— y vuelve a abrir un abanico de actividades que engloban tres talleres, ocho conferencias, dos mesas redondas, el segundo Rally Fotográfico y el ciclo de cine Imágenes en guerra. Durante la presentación de esta cita, que lleva realizándose en la ciudad desde el año 1985, el delegado municipal de Cultura, David Luque, destacó que será «una Bienal histórica que dejará una huella en la ciudad» por la mirada al pasado que se hace sobre la fotografía en conflictos hasta la actualidad, destacando tres exposiciones «que han sido poco visionadas y suponen toda una oportunidad de ver estas colecciones».

Se trata de La maleta mexicana, que muestra los negativos descubiertos de la guerra civil española de Robert Capa, Gerda Taro y Chim; la exposición de Susan Meiselas sobre el conflicto nicaragüense, en la que hace un recorrido artístico y periodístico desde la dictadura de Somoza, el posterior levantamiento y el triunfo de la revolución, así como la exposición Historia gráfica de la guerra civil en Córdoba, en la que se podrá ver una amplia muestra de imágenes de los dos bandos que participaron en la contienda en Córdoba.

Por su parte, Fernández señaló que «estamos saturados de discursos que dicen que la imagen ya no funciona, que ha perdido su valor», pero «tenemos que defender el poder de la fotografía, la necesidad de que haya imágenes verdaderas», y ese es el «espíritu» de la Bienal, aunque «no estamos hablando de esa idea de la fotografía como notario de la realidad que se defendió durante un tiempo, sino de otro tipo de verdad, que es la verdad de la imagen». Así, esta cita despliega una serie de dispositivos, de exposiciones y narraciones visuales en las que «nos reconciliamos con la capacidad de la fotografía para emocionar, transmitir, comunicar, movilizar» y, de alguna manera, «reactivar el activismo político de la fotografía», continúo Fernández. Otro de los ejes de esta cita será la teoría de la imagen de Bertolt Brecht, a partir de uno de sus ensayos, que estará en una de las exposiciones y en el que hablaba de que, «aunque vivimos rodeados de imágenes, somos unos analfabetos visuales y él clamaba por hacer didáctica, por enseñar al público a leer imágenes» y «cuáles son los códigos de la fotografía», mostrando cómo este arte se despliega en muy distintos soportes. «La fotografía siempre ha estado vinculada a medios que no eran autónomos, sino sometidos a otro código, como el texto», y la mayoría de las muestras de la sección oficial giran en torno a esa idea, dijo el comisario.

«La imagen de guerra se ha convertido en una especie de tradición inamovible, como si hubiera una sola imagen de guerra», prosiguió Fernández, que explicó que el tercer pilar de la sección oficial es «desmontar esta idea y construir una narración para entender cómo cada momento histórico ha construido su propia imagen de la guerra», lo que da pie a propuestas muy diferentes, desde la Guerra Crimea, la primera que se fotografió en el siglo XIX, hasta la guerra civil española o las guerras actuales. «Da la sensación, cuando se habla de fotografía de guerra, que todo esta contado, y creo que el debate es más complejo», concluyó Fernández. Junto a las tres exposicones mencionadas, la sección oficial propone los trabajos Wa Habibi, de Carole Alfarah; Imágenes del mundo y epitafios de guerra en la colección Michale Zapke y Fronteras, del fotoperiodista Rafael Alcaide, que se podrá ver en el Bulevar del Gran Capitán.