Cuando llegó, el pasado lunes, a Córdoba en busca del protagonista de una foto que realizó en el año 1981 durante su primera visita a la ciudad, el artista holandés Jan Banning no podía imaginar ni en el mejor de sus sueños que encontraría tan rápidamente las respuestas a sus preguntas sobre aquel zapatero cojo que captó con su cámara hace 37 años, y cuya historia le ha obsesionado durante todo ese tiempo. Y en ese éxito tuvo mucho que ver la publicación de esta búsqueda en Diario CÓRDOBA el pasado jueves. «Reconocí rápidamente a mi tío en esa fotografía, me quedé impactada», dice Isabel Herencia, sobrina del protagonista de la imagen, aludiendo al artículo que contaba la aventura en la que Banning se había embarcado con el objetivo de hacer un documental en torno a esa imagen, que formará parte de una exposición sobre su trayectoria. Tras una intensa charla con Isabel, el artista ya sabe que Manolo Herencia, que así se llamaba su personaje, murió hace doce años en una residencia de Pedroche, se casó y no tuvo hijos, vivió siempre de su pequeña zapatería de la calle Rey Heredia y, sobre todo, tiene la respuesta a una pregunta que siempre ha rondado en su cabeza: ¿cómo perdió la pierna?

«Lo arrolló un carro cuando era apenas un niño y su pierna quedó atrapada en los ejes de la rueda», cuenta Isabel ante un fascinado Banning, que se marcha de Córdoba «muy satisfecho» de sus pesquisas, ya que «esperaba encontrar algunos datos sobre él, pero nunca nada tan cercano como su sobrina, alguien que verdaderamente conoce su historia», aunque en su recorrido por los alrededores de la zapatería --que ya no existe y ahora es un anexo al hostal La Milagrosa-- ha encontrado a muchos vecinos que le recordaban. «He hablado con mucha gente de la zona que le reconocieron y que también me han contado la historia del barrio», dice. Para Isabel, ha sido «una auténtica sorpresa que un artista se interesara por la vida de mi tío, ya que era una persona normal». Y aquí acaba el recorrido de una búsqueda y de una «obsesión», toda una aventura que también ha permitido a Banning conocer la ciudad desde un punto de vista diferente y, sobre todo, poner fin a una historia que empezó hace casi cuatro décadas.