Con el teatro todavía a oscuras, se escuchan las primeras notas de una guitarra que solo puede ser flamenca. Su artífice es Daniel Martínez, el guitarrista cordobés que, a través del espectáculo "Art of Believing", invita a los asistentes al Festival Fringe de Edimburgo a creer en sí mismos.

En entrevista con Efe, Martínez explicó que "El arte de creer" es un tablao flamenco compuesto por las voces de sus grandes amigos Inma Montero y Danielo Olivera, las guitarras de dos de sus "antiguos mejores alumnos", Stuart Gaven y Gregor Gilchrist, y los acertados movimientos de su pareja, la bailaora Gabriela Pouso.

Si algo garantiza el espectáculo es que nadie se queda indiferente, por lo que a este grupo hay que añadir a Pablo Rodríguez, quien, según Martínez, "tiene vía libre" con su violín, con el que consigue poner en pie a la audiencia.

La historia de "Art of Believing" se remonta a 2017, cuando la compañía, todavía en mimbres, debutó en el icónico teatro Royal Lyceum de Edimburgo ante más de 600 personas, un concierto que les llevó a formalizar la sociedad y a grabar su primer disco.

"Creé un concierto que se estrenó en el Royal Lyceum en octubre de 2017 y dije: 'Esto hay que sacarlo fuera'. Todavía no teníamos el disco ni nada, pero teníamos más a o menos todas las ideas y decidimos hacer un estreno y crear la compañía, que al final llevó el nombre 'Daniel Martínez Flamenco Company'", explicó el artista.

De sus palabras se desprende el cariño que tiene al equipo, su "familia flamenca" como les define, pero es sobre el escenario cuando de verdad se plasma esa química.

LA REIVINDICACIÓN DEL MEJOR FLAMENCO

Siempre guiados por las melodías que Martínez arranca a su guitarra, el conjunto se compenetra a la perfección para completar, a base de voz, baile y muchas palmas, seis piezas entre las que hay tarantas, seguiriyas, tangos, alegrías y bulerías.

Si el tablao se ilumina cuando suena la delicada voz de Montero y la algo más desgarrada de Olivera, vibra por completo con Pouso, quien, enfundada en un vestido rojo de volantes, deslumbra a un público que se adelanta varios compases incapaz de reprimir sus ganas de aplaudir.

"Art of Believing" no es solo es una reivindicación del mejor flamenco, sino de la posibilidad de amar, disfrutar y vivir de este arte fuera de la tierra a la que se pertenece, un sentimiento que vertebra el espectáculo, le da nombre y se representa especialmente en la pieza "Alegría en Escocia".

Para Martínez, que se formó en el Conservatorio Superior de Córdoba y tras tocar en el Fringe de 2015 se mudó a Edimburgo dos meses después, hay quien opina que su trabajo tiene menos valor por ejercerlo en el extranjero, de ahí que su tablao sea una invitación a confiar, por encima de todo, en las posibilidades de cada uno.

"Como decides irte fuera de España pues ya quizás eres menos flamenco y yo no estoy de acuerdo con eso, porque es como si lo llevas a otra rama de la música o otra categoría de la vida o a otra profesión, no eres peor por salir de tu tierra (...) de ahí viene esta idea del 'Art of Believing'", señaló.

La compañía participa por segundo año en el Fringe -aunque sus protagonistas ya llevan unas cuantas ediciones a la espalda- y actúa a diario hasta el día 24, en una sala por la que pasarán casi 3.000 personas, dada la gran acogida que están recibiendo y que esperan repetir el 7 de febrero de 2020 en el Royal Concert Hall de Glasgow.

Para su creador, el éxito está en la versatilidad del género que admite improvisación y obliga al espectador a no bajar la guardia.

"El flamenco funciona un poco como '¿Hoy qué vas a bailar? ¿seguiriyas, alegrías? Pues venga perfecto. ¿Mañana vas a cambiar a taranta, soleà?' Es un espectáculo que nunca es igual. El reto es siempre estar alerta y despierto y, además, nos queremos tanto que vamos ahí a muerte, todos para todos", precisó.

Según el artista, ese es el secreto para que el elenco aguante tantos días de conciertos a un ritmo elevadísimo y aún así, se presente cada noche con una fuerza arrolladora y sea capaz de transmitir la calidez y la pasión de las tierras andaluzas hasta la fría Escocia.

Aunque continuamente menciona Córdoba, Martínez asegura que en la capital escocesa está "muy contento" al contar con ese "núcleo duro", sus amigos con los que comparte escenario y "mil horas" haciendo lo que más les gusta.

"Físicamente estoy cansado, pero mentalmente, esto es energía para el alma", aseguró.