El Colegio de Arquitectos de Córdoba entregó ayer el premio Félix Hernández de Arquitectura, que en su décimotercera edición ha recaído ex aequo en el proyecto del centro de Educación Infantil Bambi, realizado por los arquitectos Gloria García de la Banda y José Luque Bellido, de carácter privado y promovido por José Luis López Gómez, y en la obra de la Biblioteca Municipal de Guadalcázar, promovida por la Diputación de Córdoba y llevada a cabo por los arquitectos Rafael Alcántara Pedrajas, Miguel Angel Lázaro Marín, Francisco J. López Redondo y Gúdula Rodolf.

Por otro lado, en esta edición se ha otorgado un accésit al proyecto del centro de discapacitados psíquicos en la finca Porrillas de Alcolea, realizado por José Carlos Rico Córdoba, Jorge Roa Fernández y Antonio Robles Ramírez, así como dos menciones especiales, una al centro de actividades empresariales de la Subbética en Luque, de los arquitectos José Miguel Asensio Pastor y José Miguel Asensio Peña; y otra al centro de día para personas mayores de Baena, llevado a cabo por Francisco Gómez Díaz, Marta Berrera Altemir, Javier Caro Domínguez y Miguel Gentil Fernández.

Juan Eusebio Benito Pérez, secretario de la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos y secretario del jurado, hizo durante el acto, que comenzó con unas palabras del decano, Felipe Romero, una breve síntesis de la valoración del jurado sobre las obras ganadoras. Respecto al centro de Educación Infantil Bambi, el jurado ha valorado "la frescura ambiental y de comprensión a primera vista", una inmediatez que "no va en detrimento de aspectos más complejos que se ponen de manifiesto al ir descubriendo una cierta vocación de integridad espacial, que se hace patente en muchos aspectos de la edificación".

Otra reflexión ha sido que "estamos ante una arquitectura trabajada con naturalidad, sin prejuicios y grandilocuencias que responde a las necesidades concretas de los usuarios, acercando a los niños a la naturaleza". En cuanto a la Biblioteca de Guadalcázar, se valora la "lógica constructiva y la preservación de la naturaleza de los materiales como características fundamentales de la expresión arquitectónica", donde cada pieza "se convierte en un elemento configurador del espacio". Por otro lado, "la escalera y la fachada son mucho más, en consecuencia, la economía de medios no empobrece la obra, al contrario, la refuerza". Por último, destaca los materiales, hormigón y madera, que con su color y textura propias acaparan la percepción interior del edificio, "transmitiendo una atmósfera de calma casi monacal", según señala Benito.