Antonio Najarro se despide como director del Ballet Nacional de España con la satisfacción de «haber atraído nuevos públicos y jóvenes» a la danza española y la tristeza de ver que el sector «no consigue la unidad necesaria» para reivindicar «cosas básicas, como la asignatura de danza en la escuela». «Si los niños estudiaran danza, todo cambiaría. La danza en el colegio es terapéutica, es una gimnasia maravillosa, despierta sensibilidades en los niños y, además, educa a los espectadores del futuro, que es lo que necesitamos», dijo en una entrevista con Efe. Najarro ha estado ocho años al frente del Ballet Nacional de España, una etapa que cerrará la semana que viene en el Gran Teatre del Liceu.

El coreógrafo madrileño de 43 años es «un amante del folclore español», pero reconoce que mucha gente lo ve como «un arte obsoleto y ligado al franquismo».

Najarro abandona el BNE porque ha alcanzado el plazo máximo de su contrato con el Inaem y será sustituido en septiembre por Rubén Olmo.

El madrileño volverá a la compañía que dirigió durante 10 años antes de asumir la dirección del BNE y seguirá trabajando en las coreografías del equipo nacional de natación sincronizada.