Movistar+ acaba de estrenar una ambiciosa serie cómica española titulada Justo antes de Cristo. Su primera entrega consta, por ahora, de seis capítulos ambientados en un campamento romano al que llega Manio Sempronio, un patricio que ha sido condenado a muerte pero, como no se atreve a matarse con cicuta, es enviado a Tracia donde se vive una tensa situación entre los soldados y los habitantes. Allí descubrirá su facilidad para la oratoria y se convertirá en un experto a la hora de arengar a las tropas pero también se verá envuelto en múltiples enredos.

Julián López (Muchachada Nui, La hora chanante, Fe de etarras) es el protagonista acompañado por Xose Touriñán (Fariña), que da vida a su inseparable esclavo y Cecilia Freire (Velvet, La otra mirada), la hija del general que es la que, en realidad, traza las estrategias del ejército frente a la indecisión de su padre. Igualmente, la serie contiene apariciones de otros actores populares que no conviene desvelar, ya que se trata de una sorpresa.

Este insólito proyecto ha sido ideado por la pareja artística formada por Pepón Montero y Juan Maidagán, los artífices de la serie Camera Café y la comedia amarga Los del túnel y, entre los realizadores de los primeros episodios se encuentran otros dos expertos en la comedia: Borja Cobeaga (Ocho apellidos vascos) y Nacho Vigalondo (Extraterrestre). Recrear la antigua Roma no ha sido fácil, así como algunos otros detalles o imprevistos han supuesto muchas situaciones curiosas que nos explica el tándem Montero & Maidagán.

-La historia del cine en un plató. Como queríamos tener unos decorados muy realistas tuvimos que recurrir a una casa de atrezzo italiana, Rancatti. Cuando llegó el camión, aparecieron allí unas cosas... Una coraza de Gladiator, una alfombra de leopardo de Cleopatra, la que utilizó Elizabeth Taylor o unas sandalias de La caída del Imperio Romano que, por supuesto, nadie se quiso poner...

-El zoológico de Julián. En el plató teníamos un montón de animales: gallinas, caballos, cerdos, cabras... En una secuencia, Julian López tenía que caminar hablando por una calle y al llegar alguien le preguntaba; y tú cómo has acabado aquí? Empezó a andar diciendo sus diálogos y, a cada frase por algún motivo, le contestaba un animal: la cabra, las gallinas... Él aguantó y siguió con su diálogo, pero cuando llegó al final y el otro actor le preguntó, y tú cómo has acabado aquí?, se oyó un relincho del caballo, que era el que faltaba... Y Julian contesto, aquí, en el zoo?

-La familia (animal) y uno más: A mitad de rodaje apareció un grillo en el plató. Lo curioso es que no sabíamos nada de él hasta que encendíamos los focos de luz de noche en el campamento y, justo en ese momento, empezaba a cantar.

-Un campamento muy real. Las tiendas del campamento no sólo servían de decorado. A lo largo del rodaje los técnicos se fueron instalando en unas y otras. En una estaban los de sonido, en otra los atrezzistas, en otra te encontrabas a un señor en ropa interior esperando a que le trajeran una coraza de su talla... Era curioso porque cuando se gritaba motor todo el mundo corría a sus respectivas tiendas y el campamento volvía a parecer romano.

-Cameos asesinos. Hemos contado con grandes actores en personajes episódicos. Sin hacer spoilers, decir que ninguno acaba bien. Por eso se corrió la voz en la profesión de que si te llamaban para esta serie, olvídate, era para un capítulo solo. Quizás los directores llevaban una sobredosis de Juego de tronos...

-La guarida de Drácula. En Guadalajara rodamos en una cueva todas las secuencias de los tracios. La cueva era un refugio de murciélagos. Todo el mundo se quejaba del olor. Era muy fuerte. Cuando nos fuimos, después de tres días allí encerrados con 60 tracios, no sé qué dirían los murciélagos. Seguro que después olía aún peor. Deben estar buscando un nuevo hogar.

-Romanos con calzado contemporáneo. Cuando rodábamos en exteriores, los actores tenían que ir con sandalias romanas y hacía mucho frío. Se aprendieron el truco de calzarse botas y deportivas actuales y colocarse detrás de unas matas o plantas para esconder los pies de la cámara. Al principio, desde el monitor, no entendíamos que hacían todos apelotonados detrás de un seto. Hasta que lo descubrimos y, entonces, hubo que prohibir el calzado personal".

-Mamá, quiero ser romano. Al arrancar las pruebas de vestuario, comenzaron a venir los actores a probarse. Nos llamó mucho la atención la cara de ilusión que adquirían al ponerse el traje de romano. Daba igual si era un chaval o un señor de sesenta años. Todos eran como niños. De alguna manera es porque el oficio de actor es eso, jugar a disfrazarse.

-Un rodaje multiétnico. Rodamos en un plató dentro de un polígono industrial en Fuenlabrada donde todos los negocios los llevan chinos. A la hora del bocadillo, la calle era un espectáculo: romanos, tracios y asiáticos comiendo y fumando. Y algún día sacaban a los caballos a que les diera el aire también...

-Romanos con acento. Ha llamado la atención la mezcla de acentos de los distintos actores: gallegos, andaluces, asturianos, manchegos... Creemos que es porque están colocados aleatoriamente, sin asignarles un rol específico como ha sido habitual. Y en el fondo, es un reflejo de la verdadera Roma antigua, una sociedad multicultural.