Pedro Almodóvar estaba ayer muy emocionado en Cannes por el gran recibimiento a Dolor y gloria, un filme que encabeza las quinielas para la Palma de Oro, y tan hablador como suele, recordó su infancia, su amor por el cine y lamentó no haber besado a Antonio Banderas y Leonardo Sbaraglia. «Estamos muy, muy contentos aunque esté lloviendo. No he conocido una lluvia tan feliz como la de esta mañana (por ayer). Yo creo que no voy a poder olvidar la noche de anoche, como dicen los boleros». Así comenzó Almodóvar la rueda de prensa de presentación del filme, en la que le acompañaban Banderas, Sbaraglia, Penélope Cruz, Asier Etxeandía y Nora Navas.

Relajado y a la espera de ver si dentro de una semana gana, por fin, la Palma de Oro, al sexto intento, el realizador bromeó con la insistencia de la prensa de verle a él en el personaje de Banderas. «No estamos ninguno de los dos tan mal como digo en la película», aunque dijo sentirse «achacoso». Y aseguró que en este momento de su vida, su principal adicción «es dormir ocho horas cada día y saber que voy a hacer una nueva película».

Además de hablar, y mucho, de cine, también evocó recuerdos de la niñez, parecida pero no igual a la del personaje de Banderas en la película, el de un cineasta procedente de un pequeño pueblo, que ha vivido el éxito y ahora pasa por un momento de olvido y dolor. Recordó la extrañeza con la que su madre le miraba cuando era pequeño, «y no era precisamente con orgullo», y la que descubría en la mirada de los demás, de sus compañeros de colegio.

Por su parte, el ministro de Cultura, José Guirao, que asistió al emocionante recibimiento a la película, deseo que el cineasta español se lleve la Palma de Oro «que tanto merece».