Isabel Allendo conoció la historia del Winnipeg cuando era niña. Aquel barco que en 1939 trasladó a más de 2.000 refugiados españoles desde Francia hasta Valparaíso tuvo un impacto inesperado en su infancia. Algunos de los tripulantes se convirtieron en amigos de la familia, como Víctor Pey, empresario y periodista español que le ha servido como fuente de inspiración para construir el personaje protagonista de su última novela, Largo pétalo de mar.

El título está extraído de un verso de Neruda, cuya figura se convierte de alguna forma en padre espiritual de un volumen en el que no solo aparece como protagonista (él fue una de las personalidades que hicieron posible esa travesía), sino que cada capítulo se abre con uno de sus versos.

Es la primera vez que la autora aborda la guerra civil española y el exilio republicano, aunque regresa a buena parte de los temas que han vertebrado su obra, como la historia de Chile (en esta ocasión desde los años cuarenta a los noventa), el amor, la amistad o la lealtad.

Puede que todos estos recuerdos los tuviera guardados la autora chilena durante mucho tiempo, pero en estos momentos en que el tema de la inmigración se ha convertido en una de sus máximas preocupaciones, sintió que había llegado la hora de rescatar esta historia que mezcla aventura, romance y compromiso político.

«Vivo en Estados Unidos y veo cada día cómo Donald Trump ha convertido la frontera y la situación de los refugiados en un genocidio», contó ayer la escritora en la presentación del libro en Madrid. «La inmigración nunca es bien recibida. Es como el síndrome del ascensor, cuando uno entra no quiere que pase nadie más. Y esto ha sido así con cada nueva oleada. Me pregunto qué pasará cuando el cambio climático provoque hambrunas y haya grandes movimientos de personas hacia otros territorios. Espero que cambie la mentalidad, que sea más abierta y tolerante, pero lo cierto es que el ascenso de la ultraderecha tanto en España como en Europa demuestra que buena parte de estos países son potencialmente fascistas, y eso da mucho miedo, porque es el mismo panorama que había antes de la segunda guerra mundial».

Isabel Allende rememoró su gran éxito comercial La casa de los espíritus y el camino que recorrió hasta llegar a Largo pétalo de mar. Ahora se siente más consciente como escritora y poco a poco ha ido quedándose con lo esencial, apartando a un lado «la hojarasca». «Tanto en la propia vida como en el proceso creativo es a lo que tendríamos que aspirar, a eliminar todo lo que sea superfluo y terminar con la vida completamente destilada».

Sin embargo, hay momentos que quedan ahí incrustados en la memoria, como el golpe de Estado de Pinochet, que consideró el acontecimiento que ha marcado su vida, y por tanto siempre la acompañará de una u otra forma y por eso también aparece en Largo pétalo de mar.

«Hay tendencia a olvidar el pasado. Es un proceso natural. Las nuevas generaciones tienen cada vez menos apego a lo ocurrido. Se va diluyendo, desaparecen las referencias. El mundo avanza y por eso es obligación del artista recordar, mantener la memoria viva. Mientras que exista alguien que sintió la represión, no se habrán cerrado las heridas», aseguró la escritora.