El Gran Teatro lleno a rebosar y en sus localidades una mezcla de público familiar: papás, mamás y abuelos, acompañando a los niños, que no cabe la menor duda de que pasaron una hora disfrutando con Irú Teatro, que presentó su versión, dirigida a este tipo de público, de Alicia en el país de las maravillas el ya clásico cuento de Lewis Carroll. Ayudándose de la técnica del teatro negro, la compañía nos conduce por los vericuetos de las aventuras con las que Alicia se encontrará después de entrar en la madriguera para seguir a un conejo despistado.

En la puesta en escena hay un solo personaje de carne y hueso, Alicia. Ella es una actriz que entra en este mundo de fantasía y se verá rodeada de todo tipo de títeres y muñecos, que representan los distintos personajes con los que se encuentra en este país extraño y maravilloso: el conejo blanco, el Gato de Cheshire, el Sombrerero Loco, la Oruga Azul, la divertida Duquesa y la Reina de Corazones con su empeño en cortar cabezas, mundo este en el que se introduce la parte del teatro negro. A pesar de que el títere sea el protagonista, Alicia se verá envuelta en momentos en los que cambia su estatura, juega con muñecos a través de tres puertas, todo ello encerrado en la cámara negra perfectamente iluminada para esta técnica, con la que la imaginación puede volar a través de los trampantojos, los milagros escénicos de la luz y las sombras, que hacen que los objetos cobren vida propia y poder trasladar, de esta manera, la magia, los trucos y las aventuras de Alicia a través de una actuación llena de mímica. Magnífico el espectáculo para abrir la oferta teatral del 2019.