Alejandro Amenábar regresa al cine español con Mientras dure la guerra, una película histórica que se centra en los prolegómenos de la Guerra Civil y que tiene a Miguel de Unamuno como gran protagonista (interpretado por Karra Elejalde) y la lucha ideológica interna que mantuvo hasta su discurso en la Universidad de Salamanca el Día de la Patria donde pronunció frente a Millán-Astray (Eduard Fernández) su famoso "venceréis, pero no convenceréis".

No rodaba en español desde el 2004 con Mar adentro y nunca había tratado la historia de nuestro país. ¿Quería volver a sus raíces?

Volver a rodar en España ha sido coyuntural. Lo que me guía son las historias y me impactó mucho el descubrimiento del episodio de Miguel de Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. Yo no lo conocía, y eso que había estudiado al escritor en el colegio. Y comencé a rascar, a tirar del hilo y pensé que era una buena oportunidad para narrar en paralelo toda la trama político-militar que llevó a Franco al poder.

La película narra los acontecimientos que tuvieron lugar en el verano de 1936, pero el punto de vista es contemporáneo y va dirigida al público actual. ¿Quería únicamente contar lo que ocurrió o aportar algo más? Porque la película tiene una clara intención conciliadora.

Unamuno fue ponente del Estatuto de Catalunya, votó a favor, fue padre de la República, pero terminó desencantándose de la izquierda por eso que llamaban los desmanes de la República. En realidad, España se convirtió en un campo de ensayo de la segunda guerra mundial. Esas posiciones tan enconadas, a mí se me proyectan muy fácilmente sobre la realidad española, y también la del mundo. No había que forzar mucho para que la película tuviera una lectura contemporánea. Ya me pasó con Ágora, la sensación de que la historia se repite y yo creo que estamos asistiendo a una vuelta a extremismos, a políticas radicales, y como ciudadano, me preocupa. Creo que es sano discutir, pero hay que evitar el baño de sangre. Y en este sentido, la película sí que es conciliadora. Deberíamos asumir que en una democracia lo lógico es que existan personas que votan y piensan distinto que tú. Eso me llevó a plasmar en la película la discusión entre las dos Españas, para que cada una se sintiera identificada.

Precisamente porque vivimos en un mundo de extremismos, ¿tiene miedo de que esa equidistancia en la mirada moleste?

Cuidado porque la película no creo que sea equidistante. No me sitúo a la misma distancia de Miguel de Unamuno que de Franco. Pero sí he intentado ser ecuánime o justo, no cargar las tintas y representar el otro lado con el máximo realismo posible. Yo no quería hacer una película para reírme de Franco, para caricaturizarlo. Intenté entrar en su psicología. Es una película que he preparado en conciencia y la he escrito en conciencia. Y cuando te lanzas a esa aventura, estás preparado para todo lo que pueda venir.

¿Pero por qué no quería ofender?

Porque yo soy así, tengo ese sentido de la responsabilidad. No quiero pecar de presuntuoso, pero creo que la película apela a algo más y habla de la identidad. Te muestra la bandera, el himno, y esa especie de orfandad que sentimos en este país. Creo que los espectadores van a conectar independientemente de un signo u otro.

¿También Vox?

Hemos testado la película y en los extremos es donde tenemos reacciones más negativas, pero sin estar mediatizados por ninguna información externa y aislando los prejuicios, todos salían satisfechos.

¿No tiene la sensación de que la brecha entre las dos Españas sigue igual de abierta?

Yo soy de naturaleza optimista, así que voy a intentar entender todas las posiciones. No por una actitud buenista, sino por una actitud práctica. Vivo en una comunidad de vecinos y tengo que asumir que no toda la gente piensa como yo. Y si vamos a salir a la calle a no mirarnos a la cara ¿no será mejor el entendimiento? Para mí es muy frustrante ver cómo las fuerzas políticas no logran ponerse de acuerdo. Quiero pensar que las dos Españas pueden convivir.

¿Cree que esa rivalidad la aprovechan los políticos para calentar los ánimos?

Sí y lo que más me preocupa es cómo se traduce en la calle. La gente está crispada, repite las cosas que dicen los políticos o lo que reproducen medios y líderes de opinión, así que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad. Pero a veces me da la sensación de que no es para tanto, que se están cargando las tintas.

En la película Franco dice la frase España siempre está a la gresca.

El paralelismo está claro, pero no solo en España. Hay dos Españas, dos Américas, se está polarizando la política y a mí me preocupa el fascismo, aquello que teníamos asociado a una mitología, a las viejas películas, que parecía enterrado, ahora ha revivido y precisamente en un país como Norteamérica que contribuyó a hacerlo desaparecer. Trump me recuerda a los viejos líderes fascista de otra época. Me preocupa porque ves síntomas que parecían olvidados.

El verano pasado, cuando salió el tráiler, la Plataforma Patriótica Millán-Astray lo amenazó diciendo que no iban a pasar ni una para defender a su fundador.

Siguen ahí, pero yo les invitaría a ver la película. El tratamiento que le hemos dado a Millán-Astray es el de un 'showman'. Cuando lees libros sobre él lo que te queda claro es que no pasaba desapercibido, no solo por su apariencia física, sino por su temperamento volcánico. Y eso es lo que hemos intentado reproducir en la película.

La película cuenta la historia de un intelectual que duda y que en un momento dado se permite manifestarlo públicamente. Es algo que hace poca gente en la actualidad porque se arriesgan a que los lapiden públicamente. ¿Deben los personajes públicos manifestar sus dudas y sus convicciones, cuando las tienen, en voz alta?

Todo lo que tiene que ver con contradicción, desde un punto de vista dramático, me resulta especialmente atractivo. La duda en mi vida me hace humano y me hace crecer. En el caso de Unamuno después de haberse contradicho es capaz corregir su planteamiento en el momento más inoportuno, y eso me parece conmovedor. Te hace pensar, ¿yo habría tenido las narices de dar la cara como personaje público? Y sí, me siento muy interpelado por algo así.

Y sobre qué planteamientos tiene más dudas y qué no se está diciendo que quiera aportar usted como personaje público.

A mí me inquieta que hayan votado a Trump en Estados Unidos. Y cómo habla de las mujeres... me pone los pelos de punta. En cuanto a España, cuando apareció la política multicolor, lo recibí como algo fresco, el que hubiera más posibilidades. Lamentablemente ves que es una vuelta a lo mismo y lo mismo me indigna que Podemos no condene la dictadura de Maduro como que Ciudadanos abra la puerta a Vox.

Usted no tiene redes sociales.

Lo he intentado y no me gustan nada. No lo necesito, siento que estaba perdiendo el tiempo. Prefiero expresarme a través de mis películas que como personaje público.