Benito Pérez Galdós sigue siendo un descubrimiento porque su lectura siempre es un placer. Su narrativa va hilando tramas, creando personajes, logra que el lector se adentre en la llama de la trama, quede iluminado por la fuerza de sus miradas al mundo. Bénito Pérez Galdos. Vida, obra y compromiso es el libro que ha escrito el historiador Francisco Cánovas Sánchez, otra vuelta a un gran escritor, después de la mirada que impregnó Pedro Ortiz Armengol, un diplomático que nos contó amenamente las vicisitudes del gran Galdós. No es empresa fácil narrar la vida de un hombre que creó tantos personajes, tan prolífico en su narrativa, que además decidió comprometerse con el partido republicano, provocó un notable escándalo en Madrid con su Electra, obra de teatro que encendió las iras de muchos, aunque fue defendido por los grandes escritores del 98.

Cánovas Sánchez va contando la vida de Don Benito, envuelto en la madeja de escritores políticos. A veces simplifica, porque no quiere ahondar demasiado, pese a las quinientas páginas del libro, quizá porque el libro necesitaría muchas más si se detiene en lo minucioso, en cada relación, en cada obra. Cánovas prefiere centrarse en lo que Galdós tiene de gran novelista, de figura señera, señala con mucho tino. Además, aborda cómo creó personajes femeninos de gran hondura, como Fortunata, Jacinta, Marianela y tantas otras. Ese espíritu prevalece en el libro, el amor por el arte y la música, su opinión sobre el caciquismo, sobre la religión. Todo ello es desentrañado con habilidad, porque Galdós fue un hombre que, sin la vena exaltada de Unamuno, fue abriendo senderos, despertando conciencias y en sus novelas fue dejando pinceladas muy jugosas sobre el mundo de la cultura.

Sigue Galdós la sombra de Cervantes, el eco que éste dejó en la narrativa española, esa facilidad para crear personajes que sobreviven, se convierten ya en inmortales y quedan para siempre en la memoria. Cánovas Sánchez hace hincapié en ese esfuerzo, porque la narrativa del siglo XIX, siglo en el que es experto el historiador, fue una de las más integradoras de la historia, ya que logró aunar siglos anteriores y presagió ya lo que sería el XX, un siglo que rompería todos los hilos porque se explica sobre las guerras y sobre el absurdo ya de un ser humano que ya carece de personalidad, como nos expresó Musil en su famoso El hombre sin atributos. Para Cánovas, el siglo de Galdós aún respira el aroma de otros tiempos, donde los personajes se tejen con una madeja que los personaliza, pero ya anticipamos un desdoblamiento, se puede ver en esos seres que dudan de sí mismos, como ocurre en Nazarín, novela que luego Buñuel imprimiría su especial sello. Nos hallamos ante un libro que dibuja a un Galdós siempre activo, donde podemos ver su pensamiento, oírlo respirar. Lo vemos en sus personajes, en su afán de hacer del siglo una novela extensa y llena de lecturas e interpretaciones. En el 2020 se cumple un siglo de la muerte de Galdós. Este libro abre ventanas para saber mirar a un escritor que supera siglos y perspectivas, que, al igual que Cervantes, nos asombrará siempre, con su hondura para crear personajes que son más reales que la propia vida, seres que son ya atemporales y que nos hablan con una luz especial, una llama que nos alumbra en tiempos de tinieblas.

Su relación con Emilia Pardo Bazán también es importante en el libro. Prevalece esa idea de una historia de amor que el tiempo ha ido aclarando. También en el libro podemos ver cómo los personajes de las novelas tienen un gran sentido para el narrador, ese universo que va creando la pluma de Galdós. Ahora que se celebra una gran exposición sobre su figura comisariada por Germán Gullón, un prestigioso crítico y profesor, y por Marta Sanz, brillante novelista, la figura de Galdós cobra un eco especial que este libro contribuye a agrandar. En realidad, no hace falta que los homenajes se lleven a cabo para que sus páginas nos envuelvan, para ver todo un siglo en su narrativa, para comprender todos los pensamientos de los personajes, las dificultades de Fortunata para hablar de su relación con Juanito Santacruz, la hipocresía de un mundo donde la religión pesaba en todo.

En el libro de Cánovas Sánchez se le da mucha importancia también a esos Episodios Nacionales que nos cuentan la historia del siglo XIX y que maravillosamente nos noveló Galdós. Viven en este estudio los aconteceres políticos, los personajes más sobresalientes de la época, los avatares de los escritores contemporáneos como Pereda, Valera o Clarín.

En todo este mosaico la literatura galdosiana se vuelve un espejo de diversos mundos que el historiador sabe mirar, reconocer y profundizar. Son los mundos de la clase media, aquel funcionario de Miau, los de la burguesía reinante en La de Bringas, los de la iglesia en Nazarín. Todo es escrutado por la fina mirada del historiador que conoce bien la obra de Galdós y arma un libro necesario para completar nuestra visión de uno de los mejores novelistas de nuestro país.

En definitiva, estamos ante un libro que es oportuno y clarificador, donde oímos la respiración de los personajes galdosianos y de un siglo apasionante para estudiar y conocer ampliamente.