Pepe Espaliú, artista, hombre culto, escritor y hasta filósofo obligado por las penalidades de la vida. Fue un poeta de pensamiento profundo que a la vez ejerció el registro del ensayo para modelar el fin del arte y la manera en que podemos cambiar el mundo; y sin duda llevó a cabo un activismo social -«es mejor trabajar entre todos que hacerlo de forma aislada»- que, por encima de todo interés, huyó de la tendencia de su tiempo de solo «crear imágenes reconocibles para el mercado». En su obra («Mi obra me ha dado fuerzas») predominó siempre el sentido de la inmediatez, prefiriendo «yacer en lo inmediato, en lo que está más patentemente a la mano». Por su condición de portador del sida y de pertenecer a esa comunidad entonces tan ignorada, hacer visible la enfermedad era cuestión preferente, y ello hasta poder asumir que «el sida me ha unido a la valentía de otros seres y en ella vivo violentamente y estremecido». Era esta su problemática vital y el motor de su arte.