‘Aspiraciones de la clase media’. Autora: Brenda Ríos. Editorial: Ediciones Liliputienses. Trujillo, 2018.

Hacer que moleste, que duela al roce, que remueva las conciencias, que las zarandee y que aún así, siempre haya un poso de ternura, un espacio para la meditación y la insistencia. En torno a esa carencia -el mal de nuestro siglo, la falta de empleo- el sujeto construye toda una poética de la soledad y la resistencia, pero sin lloros ni plañiderías vanas, con la decisión firme de no cejar ante una realidad que, a veces, no parece contar con dicha presencia para seguir. La conciencia de ocupar un lugar que se desvanece a cada paso, en una sociedad que fomenta las posiciones, los lugares en los que situar al individuo, y ella, una voz fuerte, poderosa, femenina, que se reconstruye a cada instante sobre sus propias cenizas, como si cada pequeño fracaso solo fuera la semilla de una nueva lucha, un camino que se rehace.

El tono de fondo es una cadencia que insiste, en casi todos los poemas, en desglosar lo más genérico para acabar en el detalle, en ese punto cuya pequeñez no impide el punzamiento, la obligada parada para la reflexión. Nada que perder cuando todo parece perdido, cuando la esperanza es una letanía de fondo que ni la voz parece creerse, pero que aún así resuena: «Cómo esperar algo que no sabemos nombrar/esa oscuridad/algo que leímos alguna vez/sobre ser otros». La negación de los otros, la negación del ascenso, la negación de la suerte, todo parece convertirse en una teoría del fracaso, un fracaso al que nos acostumbramos en este trayecto, bajo un lenguaje sencillo y sin concesiones, que acaba por envolvernos y atraernos hacia esa zona de luz intermedia, en la que las sombras y lo luminoso se necesitan para seguir avanzando.