‘Todo es un instante’. Autor: Fernando Sánchez Mayo. Editorial: Huerga&Fierro. Madrid, 2018.

Desde que en 2006 Fernando Sánchez Mayo publicara su primer poemario, Acrotera etrusca, hasta éste que le edita Huerga&Fierro titulado Todo es un instante, va un largo camino lírico que el poeta ha cementado con gran ilusión y una imponderable fe en la vocación de escritor, que sin duda le llevan a mantener bien emponderados el entusiasmo y la motivación creadora. Él mismo proclama esa esperanza ilusionante en el poema «Ven, luz», a la que recurre suplicante: «Deja tu huella de esplendor, oh, luz,/en el pensamiento positivo que nos guía/o suspendida en el maná del aire/donde podamos comer de su gracia». Sus versos, rielados de claridad, satinados de hermosura y sustentados por una humanidad innegable, responden a esa convicción -confesada en la antología Con&Versos. Poetas andaluces para el siglo XXI- de que «la escritura poética es el recurso al que el poeta acude para materializar la nada que nos abruma», pues «el poema es el resultado de un acto mágico llevado a cabo a solas en un sortilegio de excitación divina con el afán de inventar y dar forma a lo que no somos capaces de explicarnos desde el apasionado mutismo interior». Si a esto sumamos lo que él también añadía, que «quizás ésa es la misión de la poesía: la salvación», tenemos ya las claves básicas para comprender su genuina poética.

En la poesía de Fernando Sánchez Mayo siempre hallaremos la defensa de la ilusión como leitmotiv imprescindible de la existencia, y en el presente libro es marca indeleble desde su título inicial «Ganando batallas». Sus asiduas anáforas, sus metáforas sencillas y sus bien acomodadas rimas interiores llevan adosado el mensaje incunfundible de que pisamos «en el sendero luminoso que es paz,/al abrigo de una calma que es vivir,/al amor de un sosiego que es vencer». Si existe negatividad o contrariedad en la vida, el entusiasmo interior puede transmutarlas en positividad y, obviando cuanto signifique decrepitud o melancolía, la misma poesía puede aspirar a ser poesía redentora, pues siempre existirá «Una palabra que nos salve, una palabra/[...]/bajo cielos que nombren la existencia/y calmen el ansia y el fatídico dolor». Y es aquí donde llegamos a ese citado punto clave de la poética de Fernando Sánchez Mayo para quien la misión de la poesía es la salvación. En este libro, tan armoniosamente compuesto, Sánchez Mayo defiende un particular concepto de «instantaneidad» que no solo justifica su titular, sino que a su vez se decanta en la idea de que sus poemas fosilizan precisamente un instante de vivencia plena, vigorosa, un aceleramiento del corazón, tan potente que sacude el existir y convoca a la palabra hacia el poema, porque eso lo que el poeta más necesita: «Una palabra en la emoción sincera,/en el vértigo que recorre sensiblemente/cuando se topa con toda verdad». Secuencias como «este instante como una eternidad», o «ese sabor tuyo que me ancla a ti,/a tu resurrección de cada instante» justifican su pretensión. Para el poeta, lo verdaderamente momentáneo es lo que ilumina y acerca la dicha, con el añadido lírico de que la dicha más plena es la del amor, la del instante dorado por la luz de unos ojos y el brillo carnoso de unos labios. Esta emotiva experiencia encumbra a menudo los versos -véase «Otra vez el amor», «El mar y tú» o «Te sueño, amor»-, que llevan en su onda el eco de la mejor poesía amorosa de nuestra tradición lírica.

Dulces, musicales y emocionantes son los poemas de este libro, en donde además resuenan otros felices instantes, como los que propicia la belleza, entrevista en lugares concretos de intensa vibración a los que aluden poemas como «En el Pozo de Sintra, Portugal» u aquel otro que proclama que: «aquí, en este mirador costero,/[...]/en este cósmico silencio/podría uno venir a esperar a la muerte». Así pues, a Sánchez Mayo lo colma líricamente aquello que sorprende o lleva en sí la semilla de la belleza. Y es esa sorpresa vital la que traslada a sus lectores, que en «Un nuevo día nos alcanza» valoran sin duda lo armónico y encantador de modo definitivo: «Un nuevo día nos alcanza con su luz de meteoro,/con su largo y ancho porvenir de aclamaciones». Poeta inequívoco, único, máximo y espléndido poeta, autor ahora de un poemario de primera categoría en cuyas páginas la felicidad vibra rutilante con la imperiosa fuerza de la más excelsa partitura musical. Elegir instantes diferentes e inolvidables para esculpirlos con palabras ha sido aquí su cometido, sin olvidar que los hilos emocionales de libros anteriores reaparecen también en el cosido de este último.

Por estas razones, en él sigue intacto su deseo de transmitirle al lector, como una inmensa dádiva, el gozo y la emoción del existir, diciéndole que en este mundo... «yo sería como la alegría desbordada/cruzando el paraíso en un caballo alado».

He escrito que «confío en la poesía de Fernando Sánchez Mayo, una de las más valiosas de entre los que la cultivan en Córdoba». Y lo mantengo. La pasión por la poesía arrastra a este poeta cordobés de modo contundente, por eso no duda en vivir sus experiencias con ilusión y con la esperanza de aprender siempre, de mantenerlas con humildad y de enarbolarlas con un sentido positivo que es el que mejor lo define.