‘La tranquilidad desnuda sin cama’. (Traducción de Ahmad Yamani). Autor: Mohamed al-Mazrouei. Editorial: Papeles de Trasmoz. Zaragoza, 2018.

Anotaba José Agustín Goytisolo que «en poesía lo peor es seguir la moda». Esto es absolutamente cierto. Existen hoy demasiados copistas, la lírica ha sido inundada de imitadores, de aprendices o de discípulos; por lo que encontrar voces genuinas y singulares resulta cada vez más complicado. Esta es la cualidad más sobresaliente de la propuesta lírica del poeta egipcio, Mohamed al-Mazrouei, que el lector descubrirá a través de la lectura de su último poemario: La tranquilidad desnuda sin cama; un texto que ofrece una poesía alejada de modas o de tendencias, de escuelas o de epigonismos, fundamentada sobre la libertad expresiva y la simplificación versal. Definir o catalogar la poesía de al-Mazroui no es tarea fácil, puesto que el poeta ha decidido convertirse en un autor subversivo, en el sentido de eliminar apoyaturas o fundamentos conocidos, hasta hacer desaparecer reglas o normas, para deconstruir a través del libro la realidad inmediata, las experiencias epidérmicas y a partir de esa deconstrucción ofrecer la palabra sola, libre, con la fuerza expresiva de sí misma. Será el lector quien tendrá que realizar una lectura atenta, detenerse en los sustantivos, como gustaba a Juan Ramón Jiménez, recrearse con sus elaboradas imágenes («El otro siempre existe en el otro extremo de la cuerda» o «Los árboles están contra la rectitud, porque ellos viven la emoción de la tortuosidad»), aceptar el desafío lírico continuo a que será sometido («Ya sé que unir dos palabras como elegancia y rebeldía es un tipo de infamia lingüística»), seguir las propuestas del poeta, sus continuas elipsis, a veces sus hermetismos, pues una lectura superficial no se deleitará con el elevado tono lírico que adquiere una imaginación tan encendida como la de al-Mazrouei, que propone versos tan rotundos como este: «El asunto no fue tan fácil,/pues la imagen, como todo el mundo sabe,/no es el origen». El lector va a descubrir a un autor en quien existe más interés por sugerir, por invitar a la reflexión y al conocimiento profundo de la existencia, antes que narrar o contar.

Este es el planteamiento del poemario: la búsqueda del original, no de la imagen que no es más que un puro reflejo. El poeta se aventura al examen último de la esencia, de la sustancia final, mediante una poesía de la introspección: «La existencia odiosa de plantar una rosa/se alimenta de la imposibilidad de su propio destino». Una propuesta de la contemplación, de la memoria, de la experiencia, concentrada, reflexiva, atenta al silencio, que hace de la meditación el detonante desde el que ofrecer un firme texto lírico.