‘Nunca viajaré a Dinamarca’. Autora: María Cinta Montagut. Editorial: Tigres de papel. Madrid, 2019.

Este poemario (Nunca viajaré a Dinamarca) viene a consolidar una poética que se desarrolla a través de dos miradas contrapuestas: el tiempo y la obviedad de su imposible retorno, en la seguridad de que la vida permanece reflejada a través de actos cotidianos casi intrascendentes, en busca siempre de un amor o del rastro del amor. Los últimos libros de María Cinta Montagut, y en el que comentamos, ya no hay búsqueda, la certeza de vivir el instante es lo que queda. Nada acontece más allá de los recuerdos que se apagan dando paso al viaje, que es la propia existencia: «No transcurre la vida/somos nosotros los que transcurrimos». La idea de que nada permanece en un mismo lugar es constante. Cada poeta porta un cajón lleno de saberes. Una base que va a recorrer toda la gama de recorridos alrededor de los eternos temas de la poesía, y en los de María Cinta Montagut hay secuencias muy significativas. Lo indeterminado fija las imágenes en insinuantes certezas. «Transcurren fugaces los minutos, no hay palabras para parar el tiempo, como si nada empañara el tiempo, todo es ansia de rito», escribía en Certeza. Versos que en sus reflexiones forman capas de un presente siempre en fuga. Esa es la cualidad de esta poesía, mostrarnos la fuga denota ante el tiempo con imágenes como mapas que se quiebran, carreteras ya transitadas, desiertos a la espera de ser explorados. Escribir para seguir el sendero de las palabras perdidas, como si se hubiese interrumpido algo que en realidad estaba destinado a desaparecer. El cuerpo como una presencia, un cuerpo que adivinamos por su piel, por el contorno que deja el bolsillo de un abrigo, un cuerpo desdibujado y potente, porque es piel y palabra, todo junto. La madurez de estos versos nos hace penetrar en sensaciones ya conocidas aunque muchas se quieran olvidar deliberadamente, como por ejemplo saberse implicada en una constante búsqueda que parece alimentar nuestros deseos, y sin embargo, no se sabe por qué, acaba desvelándose ante nosotros como la imposibilidad más cierta: «Mil ojos van buscando los ojos que yo busco/para emprender sin miedo el final de la historia», escribía en 2001. La necesidad de encontrar un tiempo tranquilo donde la memoria sea sólo el lugar del reposo del alma: «Al paso de los años/viajar es lo que importa». Desemboca, en la segunda parte de este poemario, en una serie de lugares que la propia autora ha transitado entre los lagos canadienses. Imágenes que contrastan el discurso poético a través de una simbología transmisora de una paz sin inquietud. No hay metafísica, ni apenas trascendencia, solo la mirada y la certeza de que aquello que hemos visto, es lo que queda. La poeta María Cinta Montagut (Madrid 1946) afincada en Barcelona, ha publicado varios poemarios. Los últimos hasta ahora son: Desconcierto (2010), Sin tiempo (2014), Cenizas (2015), además de Nunca viajaré a Dinamarca.