‘Teatro’. Autor: Fernando Fernán Gómez. Editorial: Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019.

No estamos en presencia de todo el teatro completo de Fernando Fernán Gómez, ya que, como dice en el prólogo su nieta, Helena de Llanos, mientras que ella y Manuel Barrera Benítez trabajaban en esta edición aparecieron textos que pueden conformar en el futuro un segundo volumen, pero estamos ante una obra magna de gran envergadura teatral, con más de mil páginas y diecinueve obras que nos ofrecen una visión amplia del genial dramaturgo, guionista, actor, director y académico español nacido en Lima en 1921 y fallecido en Madrid hace doce años. En ella encontramos tanto textos inéditos, como Del rey Ordás y su infamia, que se había estrenado en el Teatro Maravillas en 1983, El pícaro, Tartufo o El mundo de Arniches, como publicados en vida, por ejemplo, Qué fue de aquella gente, que apareció en la revista Tiempo de Historia en 1982. En estas obras, como indica su nieta, hallamos un escritor metódico y espontáneo, aunque sintiera un enorme placer cuando dejaba de escribir por un tiempo. Hay obras también inconclusas.

El teatro de Fernán Gómez no es solo para ser interpretado sino también para ser leído como literatura dramática. Él era muy consciente de que el instrumento que pulsaba nacía de la lengua y en ella encontró siempre un cauce expresivo cuidado y asombroso. Precisamente su discurso de entrada en la RAE, publicado como «Epílogo» de esta obra lo titula: «Aventura de la palabra en el siglo XX»; y dice, entre otras muchas cosas, que se considera un «monaguillo de la palabra», y realiza un análisis pormenorizado de la función de esa en el teatro. Nos dice que hay tres tipos diferenciados: la palabra hablada, la escrita y la escrita con intención de que sea hablada. Y el recorrido de esta asociada a la imagen, al cinematógrafo y al espectáculo teatral. Este amor a la palabra podemos verlo muy presente, por ejemplo, en Morir cuerdo y vivir loco. Una tragicomedia que obtuvo el premio Max a la mejor autoría teatral en 2005, en la que hace un uso exquisito de la lengua y mimetiza perfectamente a través del lenguaje una época, con expresiones como: «No se sale sino por la puerta de mi locura» o «todos estamos sujetos a la muerte, y que hoy somos y mañana no, y que tan presto se va el cordero como el carnero».

La edición llevada a cabo por Manuel Barrera Benítez, un gran estudioso de su teatro y su nieta Helena de Llanos, ha sido muy cuidada y estructurada siguiendo una forma quasi cronológica, así como cierta organización temática. Establece Barrera Benítez tres etapas. En la primera con obras como El guiñol de Papá Dick o el secreto de la poesía, inédito, una breve farsa imaginaria en cinco cuadros donde surgen personajes de la Commedia dell´Arte, el teatro popular nacido en Italia en el XVI donde lo carnavalesco está muy presente con Arlequín, el Búho, el Viajero… y donde se «debate entre el nihilismo y la búsqueda de la verdad» con tan solo diecisiete años.

En una segunda etapa aparecen sus grandes obras y los magnos reconocimientos como la solemne Las bicicletas son para el verano, de carácter autobiográfico y costumbrista con la guerra civil como hecho presente y el ámbito familiar, premio Lope de Vega, su objetivo era que la tensión civilista no estuviera cerca sino como fondo; La coartada se basaba en un hecho acontecido en Venecia en 1578: un navajero se lanzó contra los Médicis en la misa mayor, matando a Julián y dejando herido a Lorenzo, pero la representación de Fernán Gómez era «poner de manifiesto la idea de si uno debe seguir los dictados de su conciencia, o se debe amparar en un determinado grupo»; Ojos de bosque nació bajo el amparo del romance de La doncella guerrera: «Pregonadas son las guerras/de Francia para Aragón» donde se desarrolla la historia de la mujer que quiso llamarse Martín y el mal de amores con ella del príncipe; Del rey Ordás y su infamia, de inspiración también medieval, basado en la doncella Carcayona y el incestuoso deseo del rey por su hija, una obra no muy aceptada por la crítica que veía a los personajes de cartón piedra, como pintados en «cuclillas», posición intermedia a las tres formas que Valle-Inclán señaló para escribir teatro; Los domingos, bacanal es un teatro ceremonial de carácter psicológico que, según Barrera Benítez es su obra más intelectual y particular, en ella retrata con crueldad amable a la sociedad española de los ochenta; Relámpagos reúne varias obras y un proceso de experimentación teatral.

En una tercera etapa se centra en sus grandes obras en torno a la picaresca y el humor (Lazarillo de Tormes, El pícaro, Tartufo...), el reconocimiento a Arniches y Jardiel Poncela, con obras como El mundo de Arniches; y el homenaje a Cervantes en el ciclo del Quijote con Defensa de Sancho Panza, Morir cuerdo y vivir loco, Variaciones sobre El Quijote...; y Soldado. Una visión querida de lecturas, subtextos e intertextos que están presentes en esta recreación dramatúrgica en la que Fernán Gómez expresa con singular sabiduría este encuentro con un tiempo que nos reconoce y a la vez nos sintetiza en una paradigma en torno a las ingentes figuras del pícaro y el honorable Quijote. Las dos caras de una realidad nuestra.

En definitiva, una obra heterogénea, plural y rica donde se va desde los acontecimientos sociales, históricos… hasta la aventura del humor y el sarcasmo, la visión del amor o la coyuntura del pesimismo pero siempre con su afán de resucitar a los clásicos como símbolos de una época.