L a amenaza de una fuerte tormenta en las costas del Mar del Norte de consecuencias imprevisibles nos plantea una seria reflexión sobre la responsabilidad de la acción del hombre en el desequilibrio de la naturaleza. El deshielo del Ártico presiona las costas y puede desembocar en una voluptuosa pleamar de inundaciones que devoren parte del planeta en un futuro, como ya sucedió con Doggerland, al norte de Escocia, que servía de tránsito entre Yorkshire y Jutlandia durante el mesolítico. O como aconteció con la Atlántida, situada en algún lugar entre el Golfo de Cádiz y el Mediterráneo oriental, ejemplo de civilización culta y avanzada que fue anegada tras un devastador terremoto. La tormenta Xaver es el símbolo de la naturaleza que se rebela con toda su virulencia. Élisabeth Filhol (Mende, 1965), gestora y analista financiera, explora en sus novelas La Centrale (2010) y Bois II (2014) las condiciones laborales en el mundo actual. En Doggerland (2019) nos propone una perspectiva del movimiento ascendente y descendente de la economía en correlación con el mercado del petróleo, la inagotable avaricia del hombre y el dramático impacto sobre el medioambiente.

De vez en cuando, historiadores, geólogos y arqueólogos vuelven a indagar en el pasado y a traernos al presente, como lo hace Filhol en esta novela, la sombra de las terribles consecuencias de una catástrofe natural. Es una forma de agitar las conciencias ante la emergencia climática que, sin duda, requiere de una actuación contundente e inmediata.

En Doggerland laten con fuerza distintos temas como las fluctuaciones económicas y las crisis cíclicas del mercado a merced del precio y la demanda del petróleo, que influyen directamente en la contratación o destrucción de empleo, en los movimientos migratorios de las ciudades y en el ánimo generalizado de sus habitantes. En el centro de este «carrusel» está el individuo, obligado a resistir frente al capricho incierto e inestable de los vientos que dirigen las riendas del gran barco o «Dogger» de la economía liberal. Un difícil equilibrio sobre un mar de superficie deslumbrante que oculta en sus profundidades las hondas heridas de las tuberías y cables de prospecciones petrolíferas y de gas natural. En su novela, Élisabeth Filhol nos insta a rememorar al hombre del pasado que pescaba, recolectaba y preservaba su entorno frente al actual, que erosiona, invade y destruye los cimientos básicos del medioambiente poniendo en peligro su propia supervivencia. Trenzada a las mareas, a la lluvia y a la furia del viento, hay una relación romántica frustrada que intenta reencontrarse, a pesar de los elementos adversos. La disparidad de propósitos y caracteres los ha mantenido alejados durante veinte años: a Margaret en la costa de Escocia, a Marc en la de Dinamarca. Este último representa el hombre actual, ávido de experiencias, en continuo movimiento en su ascenso profesional, sin límites, centrado en el Mar del Norte en la búsqueda de hidrocarburos. Margaret, de carácter más sereno, ha formado una familia junto a Stephen y sus incursiones en el mismo mar se deben a su pasión por la investigación y divulgación de la cultura.

Filhol nos propone una original e interesante reflexión sobre el impacto del hombre en el entorno natural: una carrera vertiginosa en la que el equilibrio natural y emocional peligra.