‘El colgajo’. Autor: Philippe Lançon. Editorial: Anagrama. Barcelona, 2019.

Colgajo es el nombre técnico de una de las operaciones quirúrgicas que tuvo que afrontar Philippe Lançon para reconstruir su mandíbula y mentón destrozados por el atentado que sufrió en Charlie Hebdo. Salvar la vida en esas circunstancias no le libró de terribles secuelas físicas y psíquicas que lo hunden en un profundo pozo del que solo la literatura conseguirá rescatarlo. Porque contar en esta novela sus sentimientos, sus operaciones y sus pensamientos es el único medio para superar aquel terrible trauma, la única manera de lograr explicárselo a sí mismo, de intentar seguir viviendo tras aquella terrible experiencia. Y la escritura de este libro ayuda a sanarle el alma, igual que las operaciones y los cuidados médicos a lo largo de casi un año ininterrumpido consiguieron poco a poco sanarle el cuerpo.

Comienza el libro con la descripción de la última noche antes del atentado, en un tono íntimo y sobrecogedor. Y, poco a poco, mediante saltos en el tiempo, el autor va desplegando no solo el relato del crimen terrorista sino una novela de gran altura literaria, una crónica de excelente estilo periodístico y una reflexión contundente sobre la miseria de la condición humana, como cuando explica su trabajo de corresponsal en la guerra de Irak, donde la estupidez y el engolamiento de los dictadores aparece desnuda, fuera de marcos ideológicos, dentro del propio fanatismo que une a los extremos: iluminados marxistas convertidos luego en fanáticos cristianos, políticos que son críticos feroces del racismo pero que desprecian a los demás con la misma violencia que critican, «subrayando la locura del mundo mientras exhibía la suya» (pág. 32).

Es el corresponsal de guerra desencantado, que ha visto de cerca las miserias del poder y los peligros del fanatismo político y religioso; la confesión íntima de su vida, de sus experiencias y frustraciones; lo que le aportaron los libros que leyó y las mujeres a las que amó. Y, siempre en primer plano, el terrible y absurdo atentado, el momento sobrecogedor en que abre los ojos y contempla, herido gravemente, la escena donde «los muertos casi se cogían de la mano» (pág. 70). La conmoción, la sangre y el silencio, el bloqueo mental y físico que provoca la catástrofe pasean como fantasmas a lo largo de las páginas. «Los escombros no estaban hechos de polvo, ni de cenizas, ni de cristal, ni de yeso. Estaban hechos de silencio y sangre» (pág. 72).

Philippe Lançon (Vanves, Francia, 1963) es escritor y periodista. Colabora en Libération y Charlie Hebdo y ha recibido prestigiosos premios de periodismo. Su último libro, El colgajo, publicado ahora por Anagrama, ha recibido los premios Fémina, Roger Caillois y el Premio Especial Renaudot. La revelación de los detalles de aquel atentado y el impacto que provoca en el superviviente observar el cadáver de cada compañero adoptan en la novela un tono casi surrealista, que refleja perfectamente el desconcierto y el bloqueo de quien abre los ojos en medio de la masacre y contempla la devastación. «Tignous murió con el bolígrafo en la mano, como un habitante de Pompeya sorprendido por la lava» (pág. 76).

Philippe Lançon cuenta desde su yo más íntimo, en un profundo y doloroso ejercicio de introspección, los largos meses de repetidas operaciones y sufriente convalecencia en el hospital, aunque parece hacerlo también desde fuera de sí mismo, en un desdoblamiento del narrador que conmueve. «Cuando escribo para aquellos que no han conocido la habitación y el silencio que la envolvía, tengo siempre la impresión de estar escribiendo al lado de mí mismo» (pág. 183).

La novela literaria y la crónica periodística se funden para describir los golpes del recuerdo, mediante la exposición íntima de sus sentimientos, en un libro que es también memoria de toda una vida, narración de estilo preciso y altura literaria donde se va desenvolviendo la visión del cronista y biógrafo, que narra los hechos en toda su amplitud y dimensión, porque no solo sufre el paciente, también se describe la paulatina destrucción de sus cuidadores, las dificultades con su pareja, que se consume junto a él, pierde su trabajo y ve cómo se estanca su juventud. El desencuentro sentimental es una catástrofe más en la vida de un hombre que soporta múltiples heridas.

Philippe Lançon ha sabido encontrar el tono justo para describir los recuerdos de su infancia y juventud, la angustia de la convalecencia y la introspección de su dolor. Su narración toma la forma de un íntimo libro de memorias, transido por las experiencias de su vida, donde la literatura y el arte lo alzan hasta trascender el fanatismo y el dolor de la barbarie y, así, conseguir vencerla con la fuerza de la inteligencia y la cultura.