La personalidad de María Zambrano ha sido habitual motivo de inspiración para los creadores. Tomando como referente a la escritora malagueña, la poeta de Priego de Córdoba forja un texto unitario dotado de una particular atmósfera. Juana Castro, prologuista del libro, avisa de cómo las vivencias de ambas mujeres, María y Maricruz, se van imbricando, yuxtaponiendo, creando una trabazón íntima donde confluyen pensamiento e imaginario, una fusión lograda por el adentramiento de Garrido en la obra de Zambrano y esa poderosa voluntad de la cordobesa por construir un universo personal que deriva de la lectura de los grandes maestros. Una suerte de ambición filosófica mueve Siempre es demasiado. Como no podía ser de otra manera. En esta nueva obra, Garrido desentraña sus íntimas pasiones, una búsqueda férvida por transmitir todo aquello que informa y conforma la vida de los seres humanos, el paraíso perdido de la infancia, el desafuero de los nepotismos, nuestra constante lucha inacabada, la fatuidad de los sueños, los abismos del amor, la sed de eternidad, la huida hacia la nada. Maricruz Garrido crece en intensidad lírica, contención expresiva y originales sugerencias. Así nos lo confiesa: «Nací con la poesía atada al borde la cuna». Un vigoroso ideario alumbra los poemas, tejidos con precisión léxica, empapados de un aliento ensombrecido por la realidad que no siempre responde a nuestras expectativas, incluso cuando nos dejamos la piel del alma en ellas: «Me tocó vivir en un mundo prestado… Yo no quise el exilio». Garrido mezcla el verso y la prosa poética, emplea el metro corto o recurre al arte mayor, cualquier modo de expresión coadyuva a manifestar sus estados de ánimo que se van expandiendo, con sus luces y sombras, creando un espacio lábil, habitado por imágenes que se devanan o se difuminan, presencias reales que, como su hermana Araceli, formaron parte de una existencia que sigue especulando en la esperanza de un mañana incierto pero siempre conminado por un mismo destino. Una voz desarraigada aflora desde la oscuridad, el silencio y la hondura; una voz que se instaura firme y se yergue emancipada para proclamar «Mi vida es solo mía». «Solo me debo a mí y a mi capricho, sin angustia/ni amor, sin desamparo». Pero Garrido sigue confiando en el ser humano a pesar de todo: «Dignifico la especie creada para amarse/sea cual fuere el amor, yo le ofrezco el triunfo/y dejo que mis manos se esparzan infinitas/a todo el Universo y a todo lo viviente». Y, sobre todo, en el cenit más alto, la poesía, ese amor supremo, mágico, único y sublime que todo lo transforma.

‘Siempre es demasiado. Autora: Maricruz Garrido. Editorial: Ánfora Nova. Rute, 2019.