‘El ave de Minerva se eleva en el crepúsculo’. Autor: Manuel Ángel Vázquez Medel. Editorial: Alhulia. Granada, 2019.

La famosa sentencia Hegeliana «El búho de Minerva emprende su vuelo en el crepúsculo» inspira el título del último libro de Manuel A. Vázquez Medel (Huelva, 1956), escritor, crítico literario y catedrático de literatura española en la Universidad de Sevilla. Ha recibido numerosos premios universitarios, de ensayo, comunicación e investigación. Cuenta con un extenso currículum de publicaciones especializadas sobre Juan Ramón Jiménez, Francisco de Ayala, Alberti, Lorca, Pessoa o García Baena entre otros. Ha sido premiado por las fundaciones Juan Ramón Jiménez y Francisco Ayala por sus aportaciones investigadoras que suman más de treinta libros y un centenar de artículos científicos. A su labor docente añade también la de la creación literaria, con dos poemarios: Pájaro de la noche (1994) y Remota luz (2019). Ahora publica este libro que es una serena reflexión personal condensada en interesantes aforismos acerca de temas actuales de la sociedad y la cultura, también de su más íntimo universo conceptual y vital.

El ave de Minerva es símbolo de sabiduría, ave de aguda mirada capaz de ver en la oscuridad y de elevar el vuelo en el crepúsculo, un vuelo simbólico que aquí es del pensamiento, de la razón y la sabiduría a través de aforismos y sentencias, notas sobre filósofos y escritores que han dejado huella intelectual, poética y literaria en Vázquez Medel a lo largo de su dilatada carrera como profesor universitario, formas breves que condensan el periplo vital e intelectual del autor.

Filosofía y poesía se mezclan con la vida, con reflexiones prácticas de ética desnuda y libertad por encima de todo, porque «entregar el ser que somos a cambio del tener, del poder... incluso del saber, es siempre un mal negocio» (pág. 31). Es un libro que en pequeñas dosis invita a «amar cada nuevo día con la intensidad salvaje de los orígenes» (pág. 49). Y no es solo una reflexión sobre el amor, la vida, la muerte o el infinito, es la aplicación práctica al mundo de hoy, a temas de gran actualidad como los peligros de la posverdad, la importancia del periodismo ético, la excesiva información que desinforma, el valor de la escritura y la creatividad como antídoto contra el sectarismo y la intransigencia, el placer de la lectura y comentarios sobre autores favoritos: Machado, Eco, Cervantes o Borges. El autor habla con la sinceridad descarnada de quien ha recorrido su camino y no tiene miedo de levantar el pensamiento en el crepúsculo de la vida para llamar a las cosas por su nombre, porque «la idiotización de la sociedad es, en nuestros días, la principal estrategia de dominación» (pág. 101). Es el suyo un pensamiento libre y certero, sin aspavientos, contundente en su pura simplicidad, como cuando habla de la verdadera democracia, de la ecología, el conflicto de civilizaciones, Europa y los totalitarismos o los derechos de la mujer: «No hay dignidad humana sin dignidad y derechos de todas las mujeres» (pág. 102). Y tendrá cabida la inquietud ante la muerte: «Tanto pensar para que todo se disuelva, como una gota de agua, en el inmenso océano del olvido», un temor aplacado, casi inmediatamente, por la potencia de esa fuerza vital que nos empuja al goce de vivir, «que las cosas no sean lo que esperamos no significa que no podamos o no debamos disfrutar de lo que la vida nos ofrece» (pág. 124), porque el pensamiento, la poesía, la cultura, la vida y la palabra pueden llenar un vacío existencial, «con estas pequeñas gotas de pensamiento y palabra ¿llenaré los océanos que puedan calmar mi sed?» (pág. 126). La melancolía ante el paso del tiempo se une a la amenaza de la muerte y el olvido. Pero poesía y pensamiento disipan esa angustia, que queda mitigada en manos de un ser humano vital, reflexivo en el vuelo del pensamiento a la hora del crepúsculo, que emplea el aforismo poético para resumir el temple de su espíritu: «El día declina con la fría lentitud del otoño. Dentro, está la casa sosegada» (pág. 129).