Cuando se cumple el cuadragésimo aniversario de la edición que la Diputación Provincial de León hizo del poemario Sepulcro en Tarquinia (1975), de Antonio Colinas, la editorial sevillana La isla de Siltolá ha tenido la acertada iniciativa de conmemorar su publicación y lo ha hecho editando Bajo las raíces (40 años de Sepulcro en Tarquinia) , un volumen en el que un nutrido grupo de poetas, pertenecientes a distintas generaciones y tendencias poéticas, ha aunado sus voces para rendir homenaje a la, quizá, más conocida y emblemática obra poética del prestigioso escritor leonés.

Vinculado con frecuencia al grupo de los Novísimos, pese a no aparecer en la antología realizada en 1970 por Joseph María Castellet, Colinas (1946), un autor reconocido y premiado no solo por su poesía, sino también por su labor como novelista, ensayista y traductor, entre cuyos galardones cabe destacar el Premio Nacional de Literatura que le fue concedido en 1982, ha seguido, desde que en 1969 comenzara su andadura por el sendero de la literatura, un camino personal que lo distancia de los alardes vanguardistas del grupo con el que se le identifica y lo ha logrado adoptando una voz poética propia y singular, fruto del equilibrio que rezuman sus versos y que alcanza gracias a la asimilación tanto de las diversas tradiciones literarias y filosóficas precedentes como de la alternancia entre el verso regular y el verso libre, de la musicalidad de su palabra poética o de la armónica construcción del poema.

Escrito entre 1971 y 1974 durante la estancia del poeta en Italia, Sepulcro en Tarquinia (Premio Nacional de la Crítica) es un libro donde, entrelazándose con las raíces leonesas de su creador, lo italiano y lo clásico hacen acto de presencia, bien de forma palpable, bien de manera subyacente, tanto en el contenido que transmiten sus versos como en el canal expresivo elegido para hacerlo. La obra, articulada en cuatro partes (Piedras de Bérgamo, Sepulcro en Tarquinia, Castra Petavonium y Dos poemas con luz negra ), asimétricas por el número de poemas que las conforman y por la extensión de los mismos, se cimenta en una vetusta escenografía fundada en yermos paisajes y seres estáticos, entre los que la piedra adquiere un papel relevante al recibir un valor simbólico que la identifica con el pasado. Pero, además de sobresalir por el contenido que, en palabras del propio Colinas, "responde a una etapa crucial e importantísima de mi vida, llena de bellos y de graves momentos, de un aprendizaje y de una intensidad vitales", Sepulcro en Tarquinia es un poemario en el que la prolijidad en recursos retóricos, el carácter descriptivo, la acción que se detiene, el simbolismo o la musicalidad que impregnan sus páginas hacen que se convierta en un todo unitario.

Pese a ser considerada por méritos propios una de esas obras que perduran en el tiempo y por cuyos versos, plagados de lirismo, el lector se pasea una y otra vez sin cansarse, la reciente edición de Bajo las raíces hace cobrar a Sepulcro en Tarquinia , más aún si cabe, la vigencia que siempre ha tenido. Coordinado y editado por el escritor Ben Clark, el volumen incluye una reproducción de la cubierta con la que fue editado el poemario en 1976; un prólogo del propio editor en el que, como justificación del criterio elegido para seleccionar a los poetas participantes en este homenaje, alude a la diversidad y a la calidad, si bien incide en la ausencia de otras muchas voces que, sin duda, también podrían haber estado presentes; un análisis crítico que, bajo la forma de epílogo, realiza el propio Colinas, en el que, además de reflexionar sobre Sepulcro en Tarquinia y sobre varios de los comentarios que acerca de él se han efectuado --algunos de los cuales son desmontados por el escritor leonés--, comparte con la crítica literaria la concepción de libro fronterizo que establece un antes y un después en su poética. Sin embargo, la esencia de Bajo las raíces la conforma la poesía en sí misma, la cual adquiere cuerpo merced a la congregación de cincuenta y cuatro poetas quienes, a partir de un verso perteneciente a Sepulcro en Tarquinia , han creado un poema-homenaje al libro y a su autor. Entre el variado elenco de plumas participantes se hallan desde autores hace tiempo consagrados como Pablo García Baena, Clara Janés, Antonio Carvajal, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, Antonio Gamoneda o Francisco Brines --al que, tal vez por prologar la edición de 1976 de Sepulcro en Tarquinia , se le ha dado el honor de abrir este homenaje--, hasta otros más jóvenes como Carlos Floreiro, Raquel Lanseros, Francisco Onieva, Antonio Lucas o Elena Díaz Santana, siendo reseñable la presencia de varios poetas cordobeses como Alejandro López Andrada o los mencionados Pablo García Baena y Francisco Onieva y, muy especialmente, del propio Antonio Colinas, autor del poema que cierra esta antología y que hace el número 55 (¿Qué fue de aquellas músicas? ), una composición en la que el poeta leonés incluye dos versos de Sepulcro en Tarquinia ("La música te hacía estremecer, / si llorabas"), recrea el espacio geográfico en el que se gestó esta obra ahora homenajeada y, planteando con cierta nostalgia una serie de interrogantes sobre su pasado en Italia, encuentra determinadas respuestas y reflexiona sobre algunas de sus vivencias allí.

'Bajo las raíces (40 años de Sepulcro en Tarquinia). Autores: Varios. Editor: Ben Clark. Editorial: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2015