Es una escritora singular y de libros de poemas verticales, es de todos y todas conocida. Raquel Lanseros brilla como poeta y persona. Ha publicado libros de poemas en Francia, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Italia, México, Portugal y Puerto Rico. Su obra está reunida en el libro, Esta momentánea eternidad (2005/2016).

-¿Tiene connotaciones el título de su último libro, ‘Matria’?

-Matria es un neologismo que no está recogido en el diccionario. Sin embargo, posee una larga trayectoria de uso por parte de algunos grandes escritores de la historia, como Jorge Luis Borges, Miguel de Unamuno o Virginia Woolf. Se trata, pues, de un término conocido y utilizado extraoficialmente como una realidad que no es opuesta a la patria, sino un modo más amplio y fecundo de comprender la identidad. En el caso de mi libro, Matria supone un intento de indagación en las raíces personales y colectivas, así como un análisis sobre la trascendencia del origen.

-El libro se abre con un poema titulado «La loca más cuerda», todo él lleno de interrogaciones. ¿Se podría decir que una de las características de la poesía es preguntarse por la naturaleza del mundo y el ser?

-Los seres humanos nos preguntamos continuamente sobre la naturaleza del mundo, del ser, de la existencia. La poesía es tan misteriosa e indefinible que engloba dentro de sí misma tanto las preguntas como las respuestas. Y lo mejor de todo es que las preguntas que formula la poesía son tan necesarias e imprescindibles que no tienen una única respuesta y mucho menos una definitiva, por eso necesitamos formularlas y responderlas eternamente.

-La última pregunta del primer poema me inquieta: «¿Quién puede competir con la imaginación?»

-Esa pregunta supone un homenaje a la que es, a mi juicio, una de las aptitudes más impresionantes de la inteligencia humana: ser capaz de visualizar aquello que aún no existe. A las personas con imaginación (en cualquier campo del conocimiento, del arte o de la organización social) les debemos prácticamente todo el progreso del mundo, esas visiones previas son el motor que avanza hacia la materialización de las mismas.

-El último verso del tercer poema, se despide agarrado a las raíces: «Yo no he vuelto a olvidar quien soy/y de dónde vengo». Y de eso, de raíces, hay mucho en el poemario, ¿no le parece?

-Absolutamente. De hecho, el hilo argumental del libro es la indagación sobre las raíces personales y colectivas y la delimitación de un territorio cultural, biográfico, geográfico y afectivo que constituye la «matria». En esta búsqueda juega un papel esencial la identidad lingüística propia, que es a lo que me refiero en ese verso.

-También asoma muchas veces la autenticidad, el tiempo, la identidad: «Ya no estamos a tiempo de tener un pasado glorioso/Pero todo el futuro seguirá agonizando/hasta que no sea suyo lo que les pertenece». Versos entramados en lo más profundo de la vida.

-Así es, ese verso en concreto que menciona supone la culminación de un poema, «Una de dos», que invita a reflexionar sobre la historia de las mujeres y la desviación existente entre la justicia y la realidad.

-‘Matria’ tiene poco de poesía metafísica pues mayormente es poesía-carne, pero cuando algún poema entra en ella es una maravilla, como el poema «Para qué la poesía», que termina así: «Bendito sea el día, el mes, el año, y la estación, el tiempo, la hora el punto en que nació: poesía que sabe hablar con Dios y nunca muere».

-Es cierto que en Matria tienen cabida la poesía metafísica y la metapoética. En este poema en concreto, además de homenajear a nuestra amada poesía, mi intención era también alzar la voz contra ese utilitarismo engañoso y perverso a través del cual los actuales tiempos mercantilistas pretenden medirla.

-¿Qué es poesía para usted? ¿Por qué escribe poesía Raquel Lanseros?

-Nadie puede definir la poesía. Es decir, podemos aventurar miles de definiciones aproximadas (hay algunas bellísimas vertidas a lo largo de la historia), pero no existe una globalizadora, total, definitiva. En este sentido, yo siempre recuerdo aquella cita de San Agustín a propósito del tiempo: «Si nadie me lo pregunta, lo sé; si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé». Eso mismo sucede con la poesía. En cuanto a mis motivos para escribirla, voy a contestar con un verso contenido en «Promesas que cumplir», el poema que cierra Matria: «Escribo porque intuyo que mi ambición mayor/es volver a nacer».

-«Eso ocurrió en España/Como era de esperar, Goliat venció a David./Pablo Neruda dijo: Mirad mi casa muerta,/mirad España rota». Lanseros tiene en ‘Matria’ una poesía social que la recorre como una arteria y, a veces, se rompe y estalla la sangre de la injusticia.

-Sí, en Matria convive la denuncia de las injusticias y abusos de nuestro tiempo con la reivindicación de la memoria histórica. Creo que si se hace un recuento de todo lo que está presente en nuestra «matria», sería imposible dejar fuera la desolación y la protesta.

-Mucho de este libro es poesía sencilla, que no simple. Pero no podemos engañarnos, qué profundidad y cuántas diferentes lecturas, qué verticalidad poética.

-Mucho se ha hablado sobre la difícil sencillez en el arte, en general, y en la poesía, en particular. Eso que denominamos sencillez, lejos de ser más asequible, presenta mayores complicaciones creativas. Pero es para mí un desiderátum artístico y vital, creo que la verdadera profundidad suele habitar en la transparencia.

-Un poema de la maternidad que se mete hasta el fondo del ser: «Laten dentro de mí dos corazones». «Uno lleva conmigo cuántos años… El otro es breve y frágil/aún cuenta por semanas su presente».

-La maternidad, como la paternidad, es una experiencia vital intensa que tiene mucho de poético, sobre todo por el contraste temporal entre dos vidas distintas y su lapso común. Se trata de una vivencia que nos suele plantear muchos interrogantes nuevos, de orden vital, metafísico y afectivo. Y eso tiene que ver con la creación, por eso yo incluyo dos poemas en Matria que toman la maternidad como punto de partida.

-El poema «Jugar a las muñecas» es uno de los que más me gustan del libro, pues representa la brecha del tiempo entre la infancia y la madurez. Además, dentro de una metáfora que desafía la semántica, es sencilla y tan original… ¡Y también duele tanto ese juego inocente!

-Sí, la pérdida de la inocencia que en mayor o menor medida siempre supone el paso del tiempo alienta ese poema, a través de la metáfora del juego. Es muy difícil que ese inevitable cambio deje alguna vez de dolernos o de causarnos extrañeza...

-«Fantasmas o pretextos» es la juventud a través de las emociones, el cuerpo y la mente. ¿Con cuál de las tres se queda?

-Supongo que lo ideal sería intentar conservar las tres para que todas las aguas nuevas que lleguen a nuestra vida puedan seguir refrescándonos.