Rafael Benítez del Rosal fue maestro en el colegio López Diéguez. Amigo de Pablo García Baena y Miguel del Moral desde su juventud, de ellos aprendió el humor y la ironía, ironía y humor que se nutrían del alma de Córdoba y de la sociedad española. Dibujó personajes de todas las épocas, y supo captar el tópico de sus coetáneos. Marquesas con peineta, obispos de mitra y báculo, caricaturas con personalidad de retrato o momentos históricos, entre el gozo y la sonrisa. Sus ilustraciones y felicitaciones eran siempre multicolores, pues dibujo y color fueron sus aliados. En sus clases de pintura rechazaba cualquier consigna, y estimulaba a chicas y chicos para que se sintieran libres de usar todos y cada uno de los colores y sus mezclas, sin someterse a normas del tipo la hierba es verde o la nieve es blanca.

Rafael fue querido y reconocido como compañero amable, entusiasta conversador, gran lector de novela, cinéfilo y admirador de toda creación.