Para 2018 tengo el propósito de dejar el tabaco, haré dieta para perder los kilos que me sobran, iré todos los días al gimnasio y quemaré estos malditos michelines. Llenos de buenas intenciones iniciamos todos los años, luego las cumplimos, o tal vez no, casi siempre ocurre lo segundo. Tras unas agitadas elecciones catalanas y con un resultado democrático aceptado, como debe ser, supongo que los futuros representantes parlamentarios intentarán sumarse a esos buenos propósitos que conlleva todo inicio de año. Esperemos que, tanto unos como otros, sepan entender lo que han dicho las urnas, que se dejen de intereses políticos y que reflexionen sobre la realidad social y económica de este país. Por cierto, para ser honesta, soy exfumadora desde hace muchos años, no me sobran kilos, hago deporte y no tengo ningún propósito para este nuevo año. Lo del comienzo, pues, una simple excusa para escribir esta columna.