Pepe Espaliú, cordobés al que se le honra permanentemente en su ciudad natal (1955-1993) en el centro de arte que lleva su nombre, solo escribió un único libro, En estos cinco años (Estampa, 1993), del que proceden mayoritariamente, enriquecidos con otros aparecidos en revistas, catálogos o formando parte de sus libretas de trabajo, todos los textos que ahora -en número total de setenta y cinco- conforman este libro unitario titulado La imposible verdad. Textos 1987-1993. Jesús Alcaide, el responsable de su edición, ofrece este volumen de 275 páginas como una completa exposición -textual, en este caso, pero de tanta resonancia artística- donde se van sumando experiencias, pensamientos y cálidos proyectos en los que la biografía, el arte y el peculiar sentido de la vida confluyen en los cinco apartados que iremos comentando, ampliados finalmente por un sucinto anexo fotográfico y un añadido que contiene diversos comentarios de Elena Medel. Ésta ya concluye que este volumen de La imposible verdad «no reivindica a un artista que también escribía, sino que reivindica a un escritor a la vez artista», por lo que parece evidente que su obra literaria «posee el mismo valor alto de su obra artística».

Para entender el conjunto de comentarios y confesiones vitales que constituye el volumen, debemos partir de la idea que Espaliú defendió en su apunte «Retrato del artista desahuciado» -que abre su libro En estos cinco años-, que él considera «a modo de biografía siendo asimismo testimonial». Así, en relación al mundo que le tocó vivir -no se olvide que era diferente del actual-, pudo escribir: «Mi homosexualidad fue el primer signo de exclusión de ese mundo», de lo cual él mismo deduce su postura ante él: «Solo el arte me ofreció la posibilidad de crear una silenciosa mentira que se convirtió en mi única verdad, único reducto de lo real». Será con estos antecedentes biográficos como lleguemos a comprender el contenido de este libro, cuya primera parte aparece conformada por 20 poemas (breves y desilusionados) y 20 artículos en prosa (igualmente concisos y en muchas ocasiones comenzando por la expresión «Para quien...») en los que se advierte un elemento común que es la reflexión dolida sobre la existencia marginada. Si en los poemas manifiesta estar «Oyendo el ruido de mi alma» o incluso el deseo de «Si pudiera elegir/entre cruzar el puente/y desaparecer en sus aguas...», en la prosa reafirma estar, por ejemplo, «enmarañado entre lo social y lo asocial», o bien llega a definiciones como esta: «Sabemos que el ‘sentido’ queda al margen de lo pintado y que el ‘estado de creación’ es procurar una ‘revelación’, repetida una y otra vez en esa historia de todos que no es la tuya y que, sin embargo, forma parte de ti».

Será en la sección «Liberi» -de 36 páginas, integrada por textos de mayor amplitud- donde Espaliú adopte la modalidad del relato breve, aunque cargado de lirismo, con basamento literario frecuente en pasajes de La Biblia. Entre estos relatos están los titulados «Libro de las muletas. Cuento para sidosos» y el muy interesante y biográfico «Libro de Andrés. Un cuento del ayer», donde vibran recuerdos y vibra igualmente Córdoba. Luego, los de las dos siguiente secciones «En el arte» y «En el sida» (con cinco textos cada una) se detendrán, la primera, en el mundo de lo artístico dando de él una visión crítica a la vez que pesimista («Siguiendo con mis dibujos, los estoy realizando desnudando a esas máscaras de toda señal identificadora o expresiva») y con una atención preferente a la experiencia gay en «Notas para un proyecto», con el interés de que presenta una conversación entre Espaliú, Juan Vicente Aliaga, Michel Barthassat, Gilles Dusein y Stuart Morgan.

La segunda sección, por su parte, será la aproximación a un tabú que debía ser desenmascarado: «El sida es para muchos de nosotros, en tanto que artistas y enfermos, el problema más urgente que nos concierne». Así, los dos primeros capítulos van titulados como «El arte como acción» y «Carta de Pepe Espaliú», pero en la totalidad de estas páginas -concretamente 47- el autor hablará de las deficiencias sanitarias de su época, del pesimismo, el abandono y la alarma que rodea a los afectados, entre los cuales se encuentra y cuya resistencia debe ser «de tipo mental, psíquico», anotando incluso esta conclusión: «No he sentido el rechazo de los demás, quizás porque me muevo en el mundo del arte. Mi obra me ha dado fuerzas». Son estas, páginas muy oportunas en las que resuena la experiencia propia y recogen diversas entrevistas al artista (por parte de Javier San Martín y de Borja Casani), que se atreve a afirmar que «Sigo pensando que se pueden cambiar las cosas con el arte, se puede cambiar la visión de lo real» o a defender que «Como otros muchos enfermos, parto de la idea de que es necesario romper, a nivel social, el silencio, la ocultación que hay en torno al sida». Todo esto queda expuesto en el libro antes de que en la última sección «Textos finales» se adopte de nuevo la forma de poemas convertidos en reflexiones un tanto surrealistas y a menudo de carácter definitorio. Terminemos recordando, precisamente, que en una de aquellas citadas entrevistas se introducía al autor con estas palabras: «Pepe Espaliú, cordobés cosmopolita, treintaiséis años [era 1992], artista y columna teórica del grupo sevillano surgido a principio de los años ochenta en torno a la galería La Máquina Española».

No hay duda de que la experiencia vital y artística y el compromiso de Espaliú a favor de los enfermos del sida, del que se supo portador desde 1990, son rasgos de su personalidad que están presentes en los textos de este libro, imprescindible para conocerlo y entender su idea de que lo mejor «es enseñar las heridas para así superarlas».

‘La imposible verdad.

Textos 1987-1993’. Autor: Pepe Espaliú (Edición de Jesús Alcaide). Edita: La Bella Varsovia. Madrid, 2018.