Con una primera obra que despertó vivamente el interés de la crítica, Santepar (1988), que luego se vio pronto reforzado por el conjunto de relatos Tango rojo (1990) y enseguida por una novela de lenguaje sensual y refinado ambientada en los años de la Belle Époque, Un desierto de seda (1992), la consagración definitiva de Juan Campos Reina como narrador le llegó en 1996 con la historia de El bastón del diablo, que contenía valores humanos y un argumento de clara raigambre histórica en el que descollaban la actividad política y la pasión personal. Todo ello le valió al autor conseguir el Premio Andalucía de la Crítica en marzo de 1997 y aprovechar su contenido para ensamblarlo luego con la creación narrativa posterior La góndola negra (2003), de modo que ésta, la anterior y Un desierto de seda acabaron conformando la Trilogía del Renacimiento. Después, dueño ya Campos Reina de un mundo narrativo propio, asentado en una literatura comprometida en la que destacaban valores como el cuidado del lenguaje, la búsqueda de perfección estilística y la vinculación constante a Andalucía, surgió primero la bilogía La cabeza de Orfeo y luego -obra póstuma, porque el novelista falleció en octubre de 2009- De Camus a Kioto. Tuvieron que trascurrir cinco años para que para que en Córdoba se le honrara con un volumen titulado Un lustro sin su mirada. En Recuerdo a Campos Reina (2015), con diversos estudios dedicados a su ya considerable obra literaria.

En 2019, por tanto, se cumple la primera década en la que el escritor cordobés (nacido en Puente Genil, 1946) ha estado desafortunadamente ausente. Y Penguin Random House vuelve a revitalizar su imprescindible creación, sacando a la luz parte de su obra ya editada y -ésta es la más fructífera novedad- ofreciendo dos inéditos que cambiarán la visión del autor: el de su Poesía completa (pues en vida solo publicó diecinueve poemas) y el de su Diario, todo ello de nuevo en un estuche tripartito -en venta desde el pasado 24 de octubre- que va a ser joya bibliográfica de la literatura contemporánea, más aun cuando recientemente se ha afirmado que Campos Reina es «uno de los escritores españoles más singulares de la segunda mitad del siglo XX» (El Mundo).

‘De Camus a Kioto’

En su día, y aún reciente la muerte del escritor, se publicó en 2010 -editorial Siruela- como póstumo su grandioso ensayo De Camus a Kioto, que ahora en 2019 se reedita junto a las dos obras hasta ahora inéditas Diario del Renacimiento y Poesía completa. Aquel era una honda y sorprendente reflexión sobre las conexiones culturales y literarias entre Occidente y Oriente, y su análisis argumental y literario se hizo oportunamente en el número de Cuadernos del Sur del 6 de febrero de 2010. En síntesis, contenía como primer capítulo un comentario basado en un texto de Camus entresacado de El mito de Sísifo, sobre la libertad de la existencia y, al mismo tiempo, sobre el comportamiento de un guerrero medieval samurái que tiene como máxima de su vida la dignidad. Enriquecido con otros como el de «El minotauro y la ceremonia del té» o «De la luz y de las sombras», muestra esa constante de establecer paralelismos entre dos culturas, la oriental y la occidental, que poseen más puntos en común de los que pudiera pensarse.

Sin duda, la obra representa una honda reflexión sociohistórica de 1900 a 2000. Es un libro escrito para leerlo con tranquilidad, con deleite, intentando unir la información que de él se adquiera con la armonía a la que pueda llegarse tras comprender las intrincadas relaciones, concomitancias y coincidencias entre dos culturas alejadas que tienen mucho que explicarse, enseñarse y comprenderse. Es esto al menos lo que ha pretendido, con originalidad en su enfoque y en su tratamiento, el profundo ensayista que es Campos Reina.

‘Diario del Renacimiento’

Sabía que Campos Reina estaba escribiendo un diario, me lo confesó y escribió en varias ocasiones. Pero desconocía que era un texto tan cuidado -viniendo de él, de su sensibilidad, perfeccionismo y detallismo podía suponerse-, tan grandioso y fundamental para entender toda su obra. Diario del Renacimiento lo titula, porque (precedido de unas orientaciones necesarias que son la «Breve reseña de mi vida») «no es sino el reflejo de la andanza, paralela en el tiempo, que va desde el principio hasta el fin de la redacción de la Trilogía del Renacimiento (...)». En total, 285 páginas que evidentemente van fechadas (desde el 4-3-89 hasta el 14-2-2001) y que contienen una ingente cantidad de datos y confesiones literarias distribuidos en dos partes (1989 a 1995, doscientos dieciséis páginas; 1996 a 2001, otras setenta) con innumerables apreciaciones personales referidas al arte, la literatura, el cine, su enfermedad: «Me hallo en el penúltimo capítulo de Un desierto de seda… Tendré que dar gracias si llego a completar mis proyectos literarios». En realidad, todas las entradas son breves, pero acumulan emociones y confesiones sublimes sobre viajes, lecturas (pues era un lector voraz y constante), encuentros con unos escritores y análisis profundos de otros, muchos de ellos filósofos, reflexiones sobre la creación y su vinculación con la importancia de la mirada, de la que llega a decir que constituye lo fundamental de un escritor «cuando ha aprendido a mirar, a hacerse un observador de la vida». Espacios cercanos como Puente Genil (Las Quebradas), Córdoba, Málaga, Sevilla y otros más alejados pero imprescindibles para su narrativa, como Florencia, Venecia, Viena, se suceden por su importancia; siendo la suya una narrativa comprometida y por ello despreocupada de tendencias publicitarias o del márketing comercial: «En España hay unos pocos miles de amantes de las letras, que escogen sus libros con cuidado y sin atender a la propaganda». El escritor, hombre íntegro y responsable, tiene a la escritura como afán primordial y reconoce, en consecuencia, que «los diversos trabajos que hicimos fuera de la literatura supusieron tiempo perdido para la creación».

CONSTANTES DE SU LITERATURA

La literatura de Campos Reina, en todas sus parcelas, está gobernada por varias constantes: el perfeccionismo estilístico, la concentración argumental en Andalucía y el compromiso con el deber contraído, de modo que «Es preferible ser un escritor marginal a un escritor bastardo. Tarde o temprano, la calidad halla su espacio y la mediocridad el suyo. El tiempo casi siempre termina haciendo justicia». Por añadidura, la forma en que escribe, mediante bocetos y visión adelantada de los hechos como proyectados en un filme, y los dos polos que sustentan su creación, «La infancia y el dolor como dos faros que me iluminan», son asuntos tratados con asiduidad, a los que se une el interés por las ciudades que visita, que admira centrándose en tres factores: las calles y las gentes, los museos y monumentos y los jardines.

Diario del Renacimiento es una obra imprescindible para conectarnos con la creación del escritor cordobés, que nos deja aquí un diario de lecturas, un esquema de la elaboración y trabazón de tres de sus más importantes novelas, numerosas anotaciones como lector de filosofía, literatura y arte, y precisiones o definiciones de su propia personalidad, viéndose él muy concretamente !como un andaluz contemplativo!, que da a sus descripciones lo mejor de su mirada: !El sol se halla en poniente, y he bajado desde el salón, rodeado de ventanales, hasta el exterior, para ver con más detalle cómo se mueven los árboles más altos con las ráfagas de viento».

La misma sensualidad de sus textos («sembrada en las macetas de un alma andaluza»), la misma preocupación tan esencial por el tiempo («que tanto me atormenta»), la pasión por la lectura (pues desea vivir «leyendo libros y tomando notas, y mi destino se cumpliría»), el interés por escribir con materiales del entorno todo el mundo lírico que se desparrama por la mayoría de sus páginas, hacen de este diario una biografía literaria en la que las confesiones vitales alcanzan a veces un desgarramiento que sin duda está vinculado al que se difunde por toda su obra, narrativa, lírica o ensayística. En ella, expresado todo con sencillez, queriendo resumir «la desolación del hombre en el mundo moderno» y adoptando «mejor la cadencia, y el lenguaje secreto de las cosas de la ciudad», así se vierte uno de los más grandes autores andaluces. Un escritor que siempre ha estado atento -como otros a los que admira- en «transformar lo que nos quedara de vida en escritura».

‘Parques cerrados’. Autor: Juan Campos Reina. Edita: Penguin Random House. Barcelona, 2019.